EL EJERCITO TRIGARANTE
Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero
Entrada al Zócalo el 27 de septiembre de 1821
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 MEXICO EN TUS SENTIDOS

 

Autor:
Ing. Manuel Aguirre Botello
Febrero 5, 2009

 

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El EJERCITO TRIGARANTE

 

Antecedentes

 

Intercambio Epistolar

 

El Abrazo de Acatempan

 

El Plan de Iguala

 

Los Tratados de Córdoba

 

La Campaña de Unificación

 

Entrada del Ejército Trigarante

 

Conclusión

 

Ejercito Trigarante , Lista de contingentes.

 

Cartas Iturbide-Guerrero Textos

 

Plan de Iguala Texto

 

Tratados de Córdoba Texto

 

Zócalo Evolución

 

Zócalo Primera Parte

 

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Recreación de la entrada del Ejército Trigarante al Zócalo de la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821

Esta imagen es una recreación lograda a partir de varias otras imágenes que se muestran al calce. Aunque no es perfecta y mucho menos real, creo que da mejor idea de la entrada  triunfal del Ejército Trigarante a la Plaza Mayor, el 27 de septiembre de 1821 y tras de haber recorrido la calle de San Francisco, hoy avenida Madero.
La escena recreada tiene un simbolismo muy especial, pues muestra el momento en que Iturbide, Guerrero y sus huestes del Ejército Trigarante, pasan por un costado de la Catedral, que representa el lindero sur del Recinto Ceremonial de la Gran Tenochtitlan y a la vez el sitio en que se encontraba la Piedra del Sol, entonces recargada en la torre poniente de Catedral. Al fondo se observa el edificio del hoy conocido Monte de Piedad y que marcaba el sitio donde estuvo el  Palacio de Atzayacatl, en el que Hernán Cortés con sus hombres se alojaron durante la conquista.
Es decir que en ese día y después de 300 años de dominación española, aquel lugar donde los mexicas encontraron al águila devorando a la serpiente y decidieron fundar la Gran Tenochtitlan, a partir de ese momento, esas míticas tierras, volvieron a ser mexicanas. Grandioso momento digno de ser celebrado y por siempre recordado.

Para proteger la valiosa escultura ecuestre del Rey Carlos IV de los embates de la multitud, se narra que fue confinada dentro de un globo azul y en su entorno quedó montado un templete semicircular que sostenía el techo mediante doce columnas. En la imagen normal se observa la estatua tal como existía al centro de la plaza oval, frente al Palacio Virreinal, pero si se hace pasar el puntero del mouse sobre la imagen, entonces se podrá observar como fue protegida  mediante el templete mencionado. Como se comenta con más detalle en la página dedicada al Caballito,  para esa fecha de 1821  todavía se encontraba en la Plaza Mayor, pero en 1822 la estatua referida fue trasladada al claustro de la Universidad, cercano a la Plaza del Volador para su protección.
Para ver una imagen ampliada que muestra la Plaza Mayor y la estatua de Carlos IV, en esa época oprima aquí


 

Nota del Autor:
Cuando en septiembre 2004 imaginé que valdría la pena reunir algunas imágenes, que nos pudiesen mostrar de que manera había evolucionado nuestra más importante y simbólica plaza, El Zócalo, es natural que muy poco sabía de la historia de dicho sitio. Recordaba mis propias vivencias a partir de 1948, pero en verdad desconocía todo su pasado. Que tanto podría aportar un "técnico al servicio de la patria", que toda su vida se la había pasado entre planos eléctricos y números, era natural que muy poco. Sin embargo 4 años después estas páginas relacionadas con el Zócalo capitalino, son ahora muy visitadas y muchas además las aportaciones de conocimientos que he podido recibir en ese lapso.
Hoy sin embargo, el 25 de enero de 2009, me siento complacido de integrar esta nueva versión de lo que ahora (con lo poco aprendido) puedo asegurar fue el momento más sublime que pudo vivir nuestra gran Plaza Mayor, nuestro Zócalo, el 27 de septiembre de 1821, momento de paz que en realidad marcó el inicio del México Independiente que hoy vivimos, pero que por razones que yo desconozco, nunca celebramos.
Se trató del simbólico momento en que nuestro glorioso Ejército Trigarante, volvió a pisar la tierra de nuestros orígenes, los linderos de lo que alguna vez fue el Recinto Ceremonial de la Gran Tenochtitlan, pero después de 300 años de dominación y esclavitud.
Momentos que considero son muy dignos de ser recordados y conocidos por nuestros jóvenes, después de todo y al final, no se derramó una sola gota de sangre, todas las partes tuvieron la conciencia y el valor de saber negociar sus posiciones y a cambio de ello pudimos liberarnos del yugo de la conquista.
¡Un día de gloria dentro de nuestro tortuoso y complicado pasado histórico, un día ejemplar digno de ser imitado en el presente y en el futuro!
¡El día de México! ¡Bravo México! Así te queremos ver ...siempre unido

 

La sección arriba mostrada se tomó del mapa de García Conde de 1793 y nos da una idea más exacta de como era la Plaza Mayor en 1821, cuando tuvo lugar la triunfal entrada del Ejército Trigarante. Con ella podrán ubicar los puntos a los que hago mención en los párrafos anteriores y se comprenderá mejor el porqué del simbolismo histórico de aquella triunfal cabalgata y porqué escribo arriba ."a partir de ese momento, esas míticas tierras, volvieron a ser mexicanas".  Un grandioso momento digno de ser celebrado y por siempre recordado, que inexplicablemente hemos borrado de nuestra historia.



 
Oprima aquí para ir directo a la Entrada del Ejército Trigarante.

 

Antecedentes.- 


Agustín de Iturbide, había participado en 1813 en la derrota inflingida al ejército insurgente encabezado por Morelos, Matamoros, Galeana y Bravo, en su intento por hacerse de una ciudad importante, Valladolid hoy Morelia, que sirviera de asiento al incipiente gobierno que se regía de acuerdo al Acta de Independencia de Chilpancingo.
Morelos había solicitado previamente a Iturbide por escrito la rendición de la plaza, de la cual era entonces comandante general con el grado de coronel. Sin embargo las fuerzas realistas enviadas por Calleja y al mando de Ciriaco del Llano y la participación del contingente que comandaba Iturbide, sorprendieron a Morelos y sus huestes en la batalla de las Lomas de Santa María en Michoacán y fueron derrotados, al grado de que a partir de esas fechas la gloriosa campaña de Morelos comenzó su declive y finalmente su derrota.

Vicente Guerrero inició su carrera militar con Galeana en 1810, pero fue en 1812 cuando de manera formal se unió a la lucha insurgente comisionado por Morelos para atacar Taxco y la parte sur del país. A la muerte de Morelos en 1816, fue uno de los pocos insurgentes que continuó en la lucha, pero creo necesario para entender mejor la magnitud del personaje del que hablamos, conocer las palabras de alguien quien vivió y participó en la misma lucha, me refiero a don  Carlos María Bustamante, que así se expresa al respecto:
 

«... Un hombre que se presenta en el teatro de una revolución y en un país, cuyos recursos se hallan agotados por la guerra; que se ve rodeado de enemigos tanto interiores como exteriores: que no lleva en su compañía mas que uno ó dos fieles amigos que le siguen en su desgracia, sin mas armas que un fusil sin llave, y dos escopetas: que con ellos da principio a la campaña, derrota varias divisiones parcialmente, sufre toda clase de trabajos y privaciones por espacio de seis años en los bosques y cañadas; siendo objeto de la mas tenaz persecución de las mejores tropas y jefes del gobierno: que logra reunir una fuerza de cuatro mil soldados en la extensión de más de doscientas leguas: que los disciplina, arma, y sitúa en los mejores puntos militares: que coadyuva con ellos eficazmente a hacer la independencia mexicana, y qué por último ocupa el asiento de la primera magistratura de la Nación; es sin duda uno de aquellos fenómenos en política, y que apenas se hace creíble aún a los mismos que lo presenciamos... Tal fue el general D. Vicente Guerrero... »

A la caída del virrey Calleja (mismo que encabezó las fuerzas realistas), llegó a la Nueva España Juan Ruiz de Apodaca, conde del Venadito para ocupar dicho puesto. Contraria a la política de su antecesor, Apodaca estableció la posibilidad de que los integrantes de las fuerzas insurgentes pudieran acogerse al beneficio del indulto. Muchos de ellos lo hicieron, más de 60,000 en tres años, y por lo mismo fueron pocos los que lo rechazaron, entre ellos Guadalupe Victoria, Quintana Roo y Leona Vicario. Igual sucedió con Vicente Guerrero que ante las súplicas de su padre, enviado personal del virrey Apodaca, tuvo a bien rechazarlo y pronunciar la histórica frase que hoy se encuentra grabada con letras de oro en el recinto de la Cámara de Diputados:
 

«... Señores, este es mi padre, ha venido a ofrecerme el perdón de los españoles, yo siempre lo he respetado, pero la Patria es primero ... »

Estos dos personajes de nuestra historia, serían finalmente la clave para lograr la Consumación de la Independencia nacional. Tratemos de dar una breve idea de como fue que esto pudo suceder:

Intercambio Epistolar.-
Carta de Don Vicente Guerrero a  Don Agustín de Iturbide
Reproducción de una página impresa, que se conserva en el Archivo General de la Nación, que muestra el contenido de una carta enviada por don Vicente Guerrero a don Agustín de Iturbide, el 9 de marzo de 1821.


El coronel Agustin de Iturbide con una brillante carrera militar, (opacada por algunas acusaciones de abuso de autoridad de las cuales fue exonerado)  aceptó, el 16 de noviembre de 1820, encabezar la Comandancia del Sur que le encomendó el virrey  Juan Ruiz de Apodaca, dándole el grado militar de brigadier, para que así terminara con la resistencia de Vicente Guerrero en la intrincada zona de la Sierra Madre del Sur, hoy Sierra de Guerrero.
En tales circunstancias, asumía la comandancia en un momento político complicado en el que criollos y peninsulares se encontraban en conflicto, ante la restauración de la Constitución de Cádiz en la Nueva España, a partir del mes de mayo de 1820.  Estos acontecimientos habían dado lugar a cierto número de reuniones secretas en lo que se conoce como Conspiración de la Profesa, en virtud del sitio en que tuvieron lugar, durante el mes de octubre de 1820. El meollo del asunto era que Fernando VII en España, había aceptado restaurar la Constitución de Cádiz bajo presión militar y por lo mismo dicha imposición no tendría validez. Por lo mismo la Nueva España debería rechazarla y de manera independiente seguirse gobernando bajo las leyes de Indias y bajo el mandato del propio virrey de Apodaca. De manera paralela, estas reuniones habían servido para recomendar al virrey, que fuese Agustín de Iturbide el jefe militar encargado de llevar a efecto dicho plan.

Pero Iturbide bien pronto tuvo que despertar a la realidad y el 28 de diciembre de 1820, Pedro Ascencio brillante lugarteniente de Guerrero, ataca las fuerzas realistas por la retaguardia y les infringe una importante derrota. Por si esto fuera poco, Guerrero ataca e invade Acapulco al inicio del año 1821 y después en 4 ataques consecutivos derrota a las fuerzas de Iturbide.
Era evidente que Iturbide hombre de gran inteligencia, tenía desde entonces grandes ambiciones políticas y estaba consciente de que el momento que estaba viviendo podría hacerle llegar a la cumbre, pues contaba con los apoyos del virrey y de los hombres notables de la época.
Ante la imposibilidad de derrotar al experimentado  ejército que comandaba Vicente Guerrero, un gran conocedor de la sierra; vislumbró la ocasión para realizar un plan que unificara ambas fuerzas, aún cuando este fuera en dirección contraria de la encomienda recibida del virrey Apodaca.
Su idea era convencer a Vicente Guerrero del plan que tenía y que consideraba que era el camino adecuado para lograr la Independencia sin mayor derramamiento de sangre.
Mientras tanto Guerrero tenía ideas muy parecidas y ya antes, el 17 de agosto de 1820, le había enviado una carta al comandante de las fuerzas realistas, el coronel José Miguel de Armijo, proponiéndole la unificación de ambas fuerzas. Armijo fue el antecesor de Iturbide en el cargo de comandante de la zona sur y no aceptó la propuesta.
Por lo tanto Iturbide decidió enviarle una primera carta a Guerrero, en la que proponía la unificación, el 10 de enero de 1821. Guerrero tarda en responderle hasta el día 20 de enero y lo hace de manera respetuosa pero sin aceptar. Para ver el contenido completo de los textos de ambas cartas oprima aquí.

El Abrazo de Acatempan.-
El Abrazo de Acatempan, Febrero 10 de 1821
El conocido episodio del Abrazo de Acatempan, bien pudo no haber existido como tal, sin embargo el intercambio de ideas y posiciones entre ambos personajes dio cauce a la paz y la consumación de la Independencia, sin la necesidad de derramar más sangre mexicana. Definitivamente un momento ejemplar de nuestra historia.


Debo reconocer que al llegar a este punto, me sentí muy confundido, pues uno de los hechos usualmente conocidos y aceptados, como el Abrazo de Acatempan, de manera intempestiva surgió la duda en cuanto a su autencicidad.
Don Carlos María Bustamante relata lo sucedido de la siguiente manera:
 

«... En vista de esta resolución, Iturbide le respondió por medio de D. Antonio Mier y Villa Gómez, para que tratase con él de viva voz el asunto, y le remitió una carta que yo le mandé á Guerrero desde Veracruz; dando por resultado el que tuviese una entrevista, en que por parte de Guerrero se presentó con una credencial suya el coronel D. José Figueróa ... »

Bustamante fue por lo referido arriba, un actor muy cercano y por lo mismo muy conocedor de los acontecimientos que relata. Esta cita aparece en en la página 197, párrafo 24 del Suplemento del libro "Los Tres Siglos de  México", Tomo IV, publicado en 1838 e impreso por Luis Abadiano.
Sin embargo el mismo, Bustamante, en una de sus obras más reconocidas denominada, "Cuadro Histórico de la Revolución de la América Mexicana", Tomo V, publicada en 1827 por la Imprenta de Galván, nos dice lo siguiente ahora en la página 25, de la Tercera Parte, Tercera Epoca, Carta Sexta:
 

«... Amigo querido: Aunque estoy seguro (decía el señor Iturbide al señor Guerrero) de que Vd. no dudará un momento de la firmeza de mi palabra, porque nunca di motivo para ello, pero el portador de ésta D. Antonio Mier y Villagomez la garantizará á satisfacción de Vd., por si hubiese quien intente infundirle la menor desconfianza...
Si Vd. ha recibido otra carta que con fecha de 16 le dirigí desde Cunacanotepec, acompañándole otra de un americano de México cuyo testimonio no debe serle sospechoso
(se refiere a Bustamante), no debe dudar que ninguno en la Nueva España es mas interesado en la felicidad de ella, ni la desea con mas ardor, que su muy afecto amigo que ansia comprobar con obras esta verdad, y S. M. B. Agustín de Iturbide...
(y de manera escueta, escribe Bustamante lo siguiente)
Fue consecuencia de esta correspondencia una entrevista con Guerrero
.... »

Es decir que Bustamante daba por hecha la reunión en 1827 y después en 1838, mencionaba a don José Figueróa como interlocutor de Iturbide.

Mientras tanto don Lorenzo de Zavala escribe en su libro "Ensayo Histórico de las Revoluciones en Mégico" Tomo I, publicado en 1831 en París por la Imprenta de P. Dupont, en la página 115-116 del Capítulo VII.
 

«... Esta carta la recibió en fines de enero de 1821, y contestó al general Guerrero en pocas líneas, "que deseaba entrar con él en conferencias acerca de los medios de trabajar de acuerdo para la felicidad del reino, y que esperaba que quedaría satisfecho de sus intenciones." Se arreglaron en consecuencia y convinieron en tener una entrevista sobre cuyos por menores me ha instruido el mismo general Guerrero.
La conferencia se verificó en un pueblo del estado de México cerca de un lugar que después se hizo célebre por haber recibido en él una herida el mismo Guerrero, cuando hacia la guerra á Iturbide por haber usurpado el mando con el título de emperador.
Ambos jefes se acercaron con cierta desconfianza el uno del otro aunque evidentemente la de Guerrero era mas fundada. Iturbide había hecho una guerra cruel y encarnizada a las
tropas independientes desde el año de 1810. Los mismos jefes españoles apenas llegaban á igualar en crueldad á este Americano de naturalizado, y verlo como por encanto presentarse a sostener una causa que había combatido, parece que debía inspirar recelos a hombres que como los insurgentes mexicanos, habían sido muchas veces víctimas de su credulidad y de perfidias repetidas.
Sin embargo, Iturbide, aunque sanguinario, inspiraba confianza por el honor mismo que el ponía en todas sus cosas. No se le creía capaz de una felonía, que hubiera manchado su reputación de valor y de nobleza de proceder. Por su parte muy poco tenia que temer del general Guerrero, hombre que se distinguió desde el principio por su humanidad, y una conducta llena de lealtad en la causa que sostenía. Las tropas de ambos caudillos estaban á tiro de cañón una de otra, Iturbide y Guerrero se encuentran y se abrazan.
Iturbide dice el primero: "No puedo explicar la satisfacción que experimento al encontrarme con un patriota que ha sostenido la noble causa de la independencia y ha sobrevivido él solo a tantos desastres, manteniendo vivo el fuego sagrado de la libertad. Recibid este justo homenaje de vuestro valor y de vuestras virtudes."
Guerrero, que experimentaba por su parte sensaciones igualmente profundas y fuertes:  "Yo señor, le dijo, felicito a mi patria por que recobra en este día un hijo cuyo valor y conocimientos le han sido tan funestos."  
Ambos jefes estaban como oprimidos bajo el peso de tan grande suceso; ambos derramaban lágrimas que hacia brotar un sentimiento grande y desconocido. Después de haber descubierto Iturbide sus planes é ideas al señor Guerrero, este caudillo llamó á sus tropas y oficiales, lo que hizo igualmente por su parte el primero. Reunidas ambas fuerzas, Guerrero se dirigió á los suyos y les dijo :"Soldados! este Mexicano que teneis presente es el señor D. Agustin de Itúrbide, cuya espada ha sido por nueve años funesta á la causa que defendemos. Hoy jura defender los intereses nacionales; y yo que os he conducido a los combates, y de quien no podeis dudar que moriré sosteniendo la independencia, soy el primero que reconozco al señor Itúrbide como el primer jefe de los ejércitos nacionales : ¡ Viva la independencia ! ¡Viva la libertad!"
Desde este momento todos reconocieron al nuevo caudillo como el general en jefe, y desde este momento también dirigió al virrey una declaración de sus sentimientos y de su resolución tomada ...»

El Abrazo de Acatempan, acto oficialmente reconocido en nuestra historia, se habría dado en dicho sitio el  10 de febrero de 1821.
Haya sido de la forma referida por don Lorenzo de Zavala o de alguna otra, lo importante es que fue posible realizar una serie de negociaciones entre ambos bandos, que finalmente dieron lugar al México independiente que hoy vivimos. Los intereses en apariencia irreconciliables, finalmente habían encontrado un razonable punto de acuerdo. Momento ejemplar para muchos de nuestros políticos actuales.

El Plan de Iguala.-
Monumento alusivo al Plan de Iguala
En la ciudad de Iguala existe este bello monumento que conmemora la firma del trascendental Plan de Iguala, que finalmente condujo a la Consumación de la Independencia.


Agustín de Iturbide ejecutó en realidad un verdadero acto de equilibrismo político, al tener que moverse en la "cuerda floja"  para lograr convencer a todas las partes involucradas, sobre las bondades del plan de unificación de fuerzas que había desarrollado. En él  cabían todos los ciudadanos: los criollos, los peninsulares, los mestizos, los indígenas naturales y los negros. Ya no habría distinción de razas, ni limitaciones en las oportunidades de trabajo o en las posiciones de gobierno.
Una vez que obtuvo la anuencia de Vicente Guerrero, Iturbide sabía que los distintos grupos insurgentes que aún quedaban en el país, se irían agregando poco a poco a su plan.
El proyecto consideraba una "monarquía moderada" encabezada por Fernando VII y daba otras opciones en caso de que este no pudiese venir. En ningún párrafo se menciona la palabra república.
Por si fuera poco, los criollos y los peninsulares que habían conspirado en La Profesa para proteger sus derechos, sus propiedades y sus prebendas, también quedaban incluidos en el plan y hasta el virrey Apodaca quedaba nombrado como Presidente de la junta gubernativa provisional.
Los tres principios fundamentales del Plan de Iguala fueron: Religión Católica, Unión e Independencia. Por tal motivo la bandera que ondeó por primera vez y que fue origen de la actual, era tricolor y por lo mismo trigarante, o de las tres garantías, como también se le llamó. El color blanco garantizó la Religión Católica, el color rojo la Unión y el color verde la Independencia.
El plan consideraba la creación de un ejército para sustentarlo y que llevaría el nombre Ejército de las Tres Garantías, por las razones descritas.
Inicialmente el ejército estuvo formado por apenas 2,500 hombres, al mando de Guerrero, más los que estaban al mando de Iturbide, bastante pocos, comparados con  los del Ejército Realista. Sin embargo, all difundirse el plan por toda la Nueva España, muchos grupos militares, tanto realistas como insurgentes se fueron acogiendo al Plan de Iguala y el poder del nuevo ejército se hizo patente.
El 24 de febrero de 1821 (14 días después de la reunión Guerrero-Iturbide), finalmente pudo suscribirse dicho proyecto, denominado Plan de Iguala, por el sitio en que se concretó y se firmó. Fue proclamado  pública y solemnemente el día 2 de marzo del mismo año.
Oprima aquí, para conocer el texto completo del plan.
 

La Campaña de Unificación
Original de la Bandera Trigarante confeccionada el 24 de febrero de 1821
Bandera originalmente adoptada por el Ejército Trigarante, mostrando los tres colores: verde, rojo y blanco; y las tres garantías, Independencia, Unión  y Religión, respectivamente.


El mismo 24 de febrero de 1821 se promulgó el decreto para la creación del  ejército, que tal  como quedó establecido en el Plan de Iguala, fue llamado Ejército Trigarante.
Simultáneamente el sastre José Magdaleno Ocampo, le entregó al coronel Iturbide el pendón trigarante, que él mismo había ordenado confeccionar y es por esta razón que en esa fecha  celebramos el  Día de la Bandera.
Todo esto nos indica que Iturbide no improvisaba, y que por el contrario había planeado de manera meticulosa la difusión de su plan y por este motivo fue impreso y distribuido de inmediato hacia todas las regiones importantes, que entonces formaban la Nueva España.
Como consecuencia el gobierno virreinal emprendió una campaña en contra del plan de Iturbide, pero las ideas de libertad. habían hecho una profunda repercusión en todos los sectores de la población y el gobierno fue incapaz de detener su difusión.
Mientras tanto,  entre mayo y junio de 1821, Iturbide  y su Ejército Trigarante realizaron un recorrido por el centro del país que incluyó: León, Yurécuaro, Puruándiro, Morelia, Acámbaro, San Juan del Río, Hacienda del Colorado y Querétaro, entre otros, promoviendo y difundiendo las bondades de su plan. En todo el trayecto, prácticamente no encontró oposición y por el contrario las muestras de adhesión se hicieron patentes, logrando además el apoyo de Guadalupe Victoria, Ignacio López Rayón y Nicolás Bravo.
La ciudad de Querétaro que se mantenía renuente a capitular con Iturbide y se encontraba defendida por el Comandante Luaces, finalmente accede y de manera honrosa acepta su entrada  sin ningún derramamiento de sangre. Esto fue posible el 28 de junio de 1821.
El virrey de Apodaca, que aparentemente simpatizaba con las acciones de Iturbide, lo consideró fuera de la ley, mas no inició ninguna campaña para combatirlo, por esta razón los cuerpos militares españoles, encabezados por Francisco Novella, se rebelaron  en su contra y  fue relevado de su cargo el 5 de julio de 1821.
Novella se hizo llamar virrey provisional y mantuvo a su mando una fuerza armada cercana a los 8000 hombres, en su mayoría expedicionarios españoles. Para entonces cerca de 40,000 elementos del ejército realista habían desertado para integrarse al ejército trigarante encabezado por Iturbide.
 

Los Tratados de Córdoba.-
Tratados de Córdoba. Oprima para acceder al texto completo
Reproducción de la primera página del documento original que se encuentra en el Archivo General de la Nación, actualmente en exhibición junto con más documentos históricos en el Portal de la Independencia.


El 30 de julio de 1821 desembarcó en Veracruz don Juan O´Donojú, nombrado jefe superior político de la Nueva España, de acuerdo con las nuevas leyes vigentes. Al ponerse al tanto de la situación mostró su deseo de entrevistarse con Agustín de Iturbide para lo cual y de común acuerdo eligieron la ciudad de Córdoba en el estado de Veracruz.  O´Donojú constató la popularidad de Iturbide y pensó que sería tarea imposible impedir la consumación de la Independencia, por lo que accedió a firmar   los Tratados de Córdoba, que confirmaban el Plan de Iguala, reconociendo la Independencia de México.
El 24 de agosto de 1821 fueron firmados por ambas partes. Véase en este sitio la página Tratados de Córdoba, en la que se muestra el contenido completo de dicho documento.
Don Carlos María Bustamanete nos relata de la siguiente manera tan singular e histórico momento:
 

«... partió Iturbide para villa de Córdova á donde llegó al ser de noche. A pesar de esto y de estar lloviendo salió mucha gente al camino á recibirlo, la cual quitó las mulas del coche y á brazo lo condujo hasta su posada encontrándose iluminada la villa. Aguardábalo en su misma habitación el señor 0'Donojú, ambos gefes rodeados de un brillante concurso se abrazaron y dieron muestras de un cordial cariño: Iturbide pasa á cumplimentar á la señora 0'Donojú. A la mañana siguiente como día festivo cada general oyó misa que se dijo en altar privado de su casa. En la mañana pasó Iturbide á la de O'Donojú y antes de que se estendiesen los tratados y se tomasen los puntos Iturbide dijo: "Supuesta la buena fe y armonía con que nos conducimos en este negociado supongo que será muy fácil cosa que desatemos el nudo sin romperlo".
Dados los puntos y encerrados en el despacho del señor 0'Donojú dichos gefes con sus respectivos secretarios, el de Iturbide estendió el tratado, llévaselo á 0'Donojú quien después desde luego aprobó la minuta, y solo tachó de mano propia dos expresiones que cedian en elogio suyo. De este modo se terminó un negocio de tres siglos que decidió la suerte de la oprimida América. Sus hijos lo referirán á su posteridad
...»

 

Aún cuando Iturbide había manejado la situación de una manera en verdad impecable, y que además don Juan O'Donojú era un hombre de reconocidos méritos por su trayectoria militar, su buen carácter, inteligencia y actitud conciliadora, aún restaba la etapa más difícil de tan esmerado y meticuloso plan. El siguiente paso sería acabar con la resistencia realista en Puebla, Oaxaca, Veracruz y Durango y finalmente lograr una entrada triunfal, pero pacífica, en la capital de la Nueva España y alguna vez Tenochtitlan  ... la gran Ciudad de México.

Puebla cedió al empuje de los insurgentes encabezadas por don Nicolás Bravo el 17 de julio de 1821, Oaxaca el 31 de julio y Durango el 31 de agosto tras del sitio que implementaron las tropas del general Negrete...
Para fines de julio las fuerzas de don Vicente Guerrero llegan a los suburbios de la Ciudad de México y se ubican en el Cerro de  Zacoalco,    localizado junto al cerro del Tepeyac en la Villa de Guadalupe,  previendo la necesidad de un posible sitio de la ciudad.
Las fuerzas realistas al mando de Francisco Novella, que se autonombró virrey provisional,  pretenden resistir y sostienen la última batalla el 19 de agosto de 1821 en el suburbio de Atzcapotzalco, pero son derrotadas por las tropas de Anastacio Bustamante...


Nota:
Existe aún una placa conmemorativa que destaca el último hecho de armas de la Guerra de la Independencia, en la Plaza de Atzcapotzalco, sobre el costado poniente de la Iglesia. Este dato me lo envía Lucía T. Matus, a quien agradezco su atención.

 

Tras de la firma de los Tratados de Córdoba, don Juan O'donojú se dirige a la ciudad de México, con el objeto de cumplir con la última de sus cláusulas, que consistía en emplear su autoridad, para que las tropas al mando de Novella efectuaran su salida "sin efusión de sangre y después de una capitulación honrosa".
El día 7 de septiembre en la Hacienda de los Morales, en las cercanías de la ciudad, se acepta la firma de un armisticio mediante el cual Novella reconoce la autoridad de O'Donojú como capitán general, entregándole el mando de la guarnición de la Ciudad de México.
El día 13 de septiembre Iturbide al mando de 4000 hombres se apostó en las afueras de la hacienda de La Patera. En su interior y tras larga reunión entre Novella y O'Donojú, el primero acepta entregar la plaza sin pelear y en virtud de la enérgica presión ejercida por el jefe político superior.  Posteriormente ingresa Iturbide y se decide prolongar el armisticio hasta el día 16 de septiembre.
El 22 y el 23 de septiembre de 1821 las fuerzas expedicionarias españolas al mando de Novella emprendieron la evacuación de la ciudad capital y dejaron libre el acceso al ejército trigarante encabezado por Iturbide.
El 25 de septiembre salió del país con destino a España el ex-virrey Juan Ruiz de Apodaca, conde del Venadito y el 26 de septiembre entró por la garita de Belén, al que se consideró último virrey de la Nueva España, don Juan de O'Donojú y O'Rian, aunque su cargo oficial fue de jefe político superior.
La gran negociación había terminado y sin derramar una sola gota de sangre, las  tropas que conformaban  el ejército de las tres garantías, tenían la vía libre para entrar hasta la Plaza Mayor de la muy noble y leal ciudad de los palacios ...

 
Entrada del Ejército Trigerante

Entrada del Ejército Trigarante  a la Ciudad de México, por la Garita de Belén en 1821.
Previo a la llegada al Zócalo, el Ejército Trigarante encabezado por los generales Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero,  había realizado su entrada triunfal a los linderos de la Ciudad de México, pasando victorioso a través de la Garita de Belén. Véase el arco del fondo. La imagen mostrada, enviada por don Julio Romo Michaud,  registra ese emocionante y significativo momento. Oprima aquí para ver la imagen  ampliada con nombres, descripciones y ligas a biografías de los personajes.


 

El 27 de septiembre de 1821 entró a México el Ejército Trigarante encabezado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, que incorporaba a la mayor fuerza armada que jamás hubiera desfilado en la Ciudad de México: el Ejército Trigarante que estaba formado por un poco más de 16,000 hombres de distintas regiones del país. Para saber de que manera estuvo compuesto este enorme contingente militar, conozca la tabla completa, oprima aquí.

En ese preciso momento se confirmó y se consumó la Independencia de una gran nación. México recuperaba su libertad después de 300 años de dominio español. No cabe duda, ¡debió de ser un gran día!

La primera puerta de entrada del orgulloso ejército mexicano fue una de las diversas garitas que rodeaban la ciudad, en este caso la historia nos narra que fue la Garita de Belén. Pero pienso que será mejor insertar unos párrafos del relato que hizo el genial escritor, intelectual y militar don Vicente Riva Palacio, en un pequeño capítulo de su obra "El Libro Rojo" en que participó como coautor don Manuel Payno:

 


«...
El sol avanzaba lentamente; y llena de impaciencia esperaba la muchedumbre el momento de la entrada del ejército trigarante. Por fin, un grito de alegría se escuchó en la garita de Belén, y aquel grito, repetido por más de cien mil voces, anunció hasta los barrios más lejanos que las huestes de la independencia pisaban ya la ciudad conquistada por Hernán Cortés el 13 de agosto de 1521.
1521, 1821. ¡Trescientos años de dominación y de esclavitud!
A la cabeza del ejército libertador marchaba un hombre, que era en aquellos momentos objeto de las más entusiastas y ardientes ovaciones. Aquel hombre era el libertador don Agustín Iturbide.
Iturbide tenía una arrogante figura, elevada talla, frente despejada, serena y espaciosa, ojos azules de mirar penetrante, regía con diestra mano un soberbio caballo prieto que se encabritaba con orgullo bajo el peso de su noble jinete, y que llevaba ricos jaeces y montura guarnecidos de oro y de diamantes. El traje de Iturbide era por demás modesto; botas de montar, calzón de paño blanco, chaleco cerrado, del mismo paño, una casaca redonda de color de avellana, y un sombrero montado, con tres bellas plumas con los colores de la bandera nacional
... »


Todos recordamos haber aprendido en la escuela acerca de aquel famoso Ejército Trigarante que sin disparar sus armas, ni derramar más sangre de mexicanos, pudo entrar de manera triunfal a la Ciudad de México. Sin embargo contrario de lo que sucede con otros héroes de nuestra Independencia, poco supimos de ellos. La información es escasa y en la ciudad no existen marcas, ni placas que nos indiquen o nos recuerden de aquellos sublimes momentos de la Consumación de nuestra Independencia Nacional.
Analizando un viejo plano de la ciudad de 1864, pude localizar el sitio exacto en donde se encontraba la Garita de Belén. Después de todo es un sitio histórico por varias razones. Por allí entró también de manera triunfal don Benito Juárez al retornar a la ciudad en 1867 y en ese sitio se libró una de las batallas de la injusta guerra con los Estados Unidos en 1847.
Pero allí, en la confluencia de la Avenida Bucareli con la Avenida Chapultepec, el 27 de septiembre de 1821, por primera vez y después de 300 años, tuvimos el gran orgullo de recuperar aquel territorio que  Hernán Cortés había conquistado en 1521.
 

En este antiguo grabado anónimo, reproducido con baja calidad, se registra el inicio de la marcha de la columna con rumbo al zócalo. Esta imagen fue reproducida en el libro: La Independencia memorias de un Criollo 1821, publicado en 1883.



No es muy difícil determinar el camino que siguieron con rumbo al principal arco de triunfo que les fue construido, para seguir después rumbo al Zócalo y pasar triunfalmente frente al Palacio Virreinal. Enseguida pueden ver la ruta marcada en amarillo, sobre el plano de 1864. Los nombres de las calles que se muestran son actuales para fácil identificación.
 

Ruta del Ejército Trigarante en su trayaecto al Zócalo de la Ciudad de México en 1821.

En este mapa se muestra en color amarillo la ruta triunfal del Ejército Trigarante que el 27 de septiembre de 1821, recorrió las calles de la Ciudad de México. Los nombres antiguos de las calles son los siguientes:  tras del paso de la Garita de Belén tomaron lo que se conocía entonces como Paseo Nuevo o Paseo de Bucareli, hoy avenida del mismo nombre y en cuya glorieta se encuentra ahora el Reloj Chino. Al llegar a la Glorieta del Caballito de Sebastián en la actualidad, dieron vuelta a la derecha para recorrer rumbo a la Alameda las calles que entonces se llamaban calle del Calvario y calle de Chorpus Christi, en lo que hoy es Av. Juárez. Tras de un recibimiento previo en el cruce de las antiguas calles de Santa. Isabel con San Francisco, hoy Eje Central y Madero, continuaron por San Francisco y Plateros, hoy Av. Madero, hasta desembocar a la Plaza Mayor. Penetrando entre la Catedral y el mercado del Parián llegaron hasta la plazoleta oval que tenía la estatua de Carlos IV, y cruzaron después  frente al Palacio Virreinal ante la algarabía  y los gritos de júbilo de la multitud que los esperaba.


 

Recepción del Ejército Trigarante en 1821por las autoridades del Ayuntamiento de la ciudad.

Uno de los momentos mas gloriosos de nuestra historia lo representa la fecha de la Consumación de la Independencia el día 27 de septiembre de 1821, en la que el pueblo mexicano entusiasmado dio la bienvenida al ejército triunfador, entre gritos, música, estallido de cohetes y el frenético repicar de las campanas de Catedral. En esta imagen se muestra el arco triunfal construido en el centro de la ciudad, precisamente al inicio de la calle de San Francisco, hoy Madero, donde se realizó la ceremonia oficial de bienvenida, para después darles paso a las fuerzas del Ejército Trigarante encabezado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, en su trayecto hacia la Plaza Mayor. El edificio del lado derecho, donde aparece gente asomada a los balcones es la famosa Casa de los Azulejos, hoy Sanborns, y del lado izquierdo se aprecia parte del Ex Convento de San Francisco. La vista hacia el fondo es con dirección a La Alameda. Oprima sobre la imagen para verla ampliada.


Al llegar al sitio mostrado en la imagen anterior, el contingente realizó una parada y don Agustín de Iturbide desmontó su caballo para recibir el beneplácito de las autoridades municipales. don Carlos María Bustamante lo narra así:
 

«... Enfrente del convento de S. Francisco encontró al ayuntamiento, echó pie á tierra, y recibió juntamente con los plácemes una grande llave de oro en una fuente de plata, por medio de uno de los cuatro maceros, que le entregó el alcalde ordinario mas antiguo, y coronel D. Ignacio Ornaechea, como órgano de los votos del pueblo Mexicano, que sin cesar lo aplaudía y victoreaba. Devolviósela Iturbide diciéndole: Que quedaba en buena mano, y le dio gracias por los servicios que habia prestado la municipalidad en la lid de la independencia. Continuó su marcha á caballo por estar lastimado de una pierna, y en la plaza mayor se redobló el victoréo y la grita... »

"La Gaceta" diario del México independiente, describió las palabras que Iturbide pronunció cuando tuvo a bien devolver las "llaves de la ciudad" al alcalde Ornaechea:
 

«... Estas llaves (...) lo son de puertas que únicamente deben estar cerradas para la irreligión, la desunión y el despotismo, como abiertas deben estar a todo lo que pueda hacer la felicidad común. Las devuelvo a Vuecencia, fiado en que su celo promoverá el bien público que representa... »

Terminada la ceremonia, el contingente reanudó su camino con rumbo al sitio de mayor simbolismo para los mexicanos: La Plaza Mayor, ¡el centro de la Gran Tenochtitlan!
El General Vicente Riva Palacio Guerrero, nieto de Vicente Guerrero describe ese glorioso acontecimiento de manera por demás emotiva, con las siguientes palabras:
 

«... Al descubrir al libertador el pueblo sintió una embriaguez de entusiasmo. Los gritos atronaban el aire y se mezclaban en concierto con los ecos de las músicas, con los repiques de las campanas, con el estallido de los cohetes y con el ronco bramido de los cañones...
I
turbide atravesaba por el centro de la ciudad para llegar hasta el palacio; su caballo pisaba sobre una espesa alfombra de rosas, y una verdadera lluvia de coronas, de ramos, y de flores caía sobre su cabeza y sobre las de sus soldados.
Las señoras desde los balcones regaban el camino de aquel ejército, con perfumes, y arrojaban hasta sus pañuelos y sus joyas; los padres y las madres levantaban en sus brazos a los niños y les mostraban al libertador, y lágrimas de placer y de entusiasmo corrían por todas las mejillas.
Las más elegantes damas, las jóvenes más bellas y más circunspectas se arrojaban a coronar a los soldados rasos y a abrazarlos; los hombres, aunque no se hubieran visto jamás, aunque fueran enemigos, se encontraban en la calle y se abrazaban y lloraban.
Aquella era una locura sublime, conmovedora; aquel era el santo vértigo del patriotismo. Por eso será eterno entre los mexicanos el recuerdo del 27 de septiembre de 1821, y no habrá uno solo de los que tuvieron la dicha de presenciar esa memorable escena, que no sienta que se anuda su garganta y que sus ojos se llenan de lágrimas al escuchar esta pálida descripción, hija de las tradiciones de nuestros padres, y nacida sólo al fuego del amor de la patria.
Aquel fue el apoteosis del libertador Iturbide
.. »

Cuando presentamos en este sitio, un resumen relacionado con la historia y sitios que ocupó la estatua de Carlos IV, que muchos reconocemos mejor como El Caballito, localicé unos párrafos escritos por don  Enrique Salazar Hijar y Haro en los cuales mencionaba que en esta fecha gloriosa, fue necesario cubrir la estatua ecuestre de Carlos IV mediante una esfera de madera en color azul, que tenía por objeto protegerla de la multitud que habría de llegar hasta la Plaza Mayor, sitio en donde se encontraba en 1821. Por tratarse de la estatua de un rey español se temía que fuera destruida por la gente que habría de celebrar la entrada triunfal de Iturbide, lo cual no habría sido de tanta prioridad, a no ser porque se trataba de una verdadera obra de arte del escultor Manuel Tolsá. Sin embargo, no fue hasta hace poco tiempo y dado que su libro "Los Trotes del Caballito" se encuentra agotado, que pude saber un poco más acerca de aquel globo azul, al localizar en internet un importante párrafo que dice: "Para tales fines, el globo azul que escondía al Caballito fue cubierto con un templete semicircular con trono y solio, cuyo techo sostenido por 12 columnas de orden corintio, lucia en la parte superior 8 esculturas de santos".
En esta página había mostrado una supuesta recreación del globo azul, pero ahora el párrafo anterior me hacía ver que no se trataba solamente de un globo que lo cubría, sino de un templete bastante complicado de imaginar y poder reproducir. Por fortuna la Secretaría de Gobernación mostró recientemente en una de sus páginas, una imagen de autor anónimo, que reproduce el momento y el famoso templete que sirvió para ocultar al Caballito. En la imagen que aparece al inicio de esta narración, muestro de que manera fue protegida tan valiosa obra de arte de los embates de la multitud que celebraba.

 


Llegada del Ejército Trigarante a las puertas del Palacio Virreinal en el Zócalo en 1821.
Iturbide y su ejército pasando por un costado del Palacio Virreinal el 27 de septiembre de 1821 y a punto de llegar a las puertas del palacio, en donde fue recibido por Juan O'Donojú.  Desde allí observó el paso de los 16,000 hombres que formaban el gran Ejército Trigarante.



En la imagen anterior aparecen Iturbide y el contingente de avanzada a punto de llegar a las puertas del Palacio Virreinal, que entonces solo contaba con dos niveles. En ese lugar descendió de su caballo y fue recibido por Juan de O'Donojú, ya no en carácter de virrey que nunca asumió,  sino como parte de la Junta de Gobierno que quedaba instalada a partir de ese día.
Ambos entraron al palacio y después ocuparon el balcón principal  para observar el paso de los diversos contingentes armados, que habían llegado procedentes de todas las regiones del naciente país.
Don Carlos María Bustamante, que peleó en la Guerra de Independencia al lado de Morelos,  que fue un político prestigiado y perseguido y que además pudo escribir la historia de la lucha insurgente, prácticamente de primera mano; nos narra este luminoso día de la siguiente manera:

«... Llegó el mas fausto y memorable día que pudiera ver la nación Mexicana, y muy diverso del malhadado ocho de noviembre de 1519, en que se presentaron por primera vez las huestes españolas, Tlaxcaltecas y Zempoaltecas, para reducir á servidumbre el imperio de México. El sol despidió sus lumbres con mayor esplendor y brillantez que solía, para alegrar este suelo marchito, alejando las tinieblas, inseparables compañeras de la servidumbre. Las sombras de los antiguos Emperadores mexicanos parece que salieron de sus tumbas del real panteón de Chapultepec para preceder al ejército de los libertadores de sus nietos, recreándose con su vista, así como los cautivos que en sus mazmorras ven trozadas de repente sus cadenas por una prepotente y generosa mano. Mas yo me extravío de mi relación, que debe ser sencilla y modesta.... Sin embargo, permítase á un hombre que ha apurado el cáliz de la amargura por espacio de treinta años, y que también ha gemido en la estrechez de un calabozo, que conviniéndome á este astro benéfico le diga.... Sí, día hermoso, yo te saludo, y al pasar del tiempo á la eternidad, sea tu memoria la única que me haga sentir la separación de este suelo, empapado en la sangre de mis conciudadanos, por obtener el triunfo mas cumplido que consumaron en este día.
 Ah¡ Jamás, jamás te apartes de su memoria, para que aprecien, como deben, el inefable bien que hoy recibieron, y estimen este tesoro en toda su valía. Iturbide aumentó este gozo, cuando hoy mismo dijo á sus compatriotas ...

«
¡Mexicanos! Ya estáis en el caso de saludar á la Patria independiente, como os anuncié en Iguala. Ya recorrí el inmenso espacio que hay desde la esclavitud á la libertad, y toqué los diversos resortes para que todo Americano enseñase su opinión escondida; porque en unos se disipó el temor que los contenía; en otros se moderó la malicia de sus juicios, y en todos se consolidaron las ideas. Ya me veis en la capital del imperio mas opulento, sin dejar atrás ni arroyos de sangre, ni campos talados, ni viudas desconsoladas, ni desgraciados hijos que llenen de execración al asesino de sus padres. Por el contrario, recorridas quedan las principales provincias de este reino, y todas uniformadas en la celebridad han dirigido al ejército trigarante vivas expresivos, y al cielo votos de gratitud. Estas demostraciones daban á mi alma un placer inefable, y compensaban con demasía los afanes, las privaciones, y la desnudez de los soldados, siempre alegres, constantes, y valientes.... Ya sabéis el modo de ser libres, á vosotros toca señalar el de ser felices. »

 ... Poco antes de que empezara á entrar el ejército,
O-Donojú se trasladó de su casa á palacio, donde recibió á Iturbide acompañado de todas las corporaciones. Ambos se colocaron en el balcón principal á ver pasar el ejército, y luego se trasladaron á la Catedral, donde el Sr. Arzobispo Ponte entonó el Te Deum, que duró hasta cerca de las tres de la tarde , sin qua cesaran en todo el día las salvas de artillería.
En Catedral se le recibió al Sr. Iturbide bajo de palio, que mandó retirar; este fue el primer acto posesorio del Patronato de honor que recibió en la Iglesia Mexicana. Concluida esta función se retiró la comitiva a palacio, donde el ayuntamiento previno mesa, y refresco para la noche á que asistieron las principales personas de México, y lo mismo al paseo de la tarde ...
»

Y así transcurrió aquel luminoso día, quizá  el más dichoso jamás vivido por los mexicanos; aquel fue el gran día en que  todas las clases sociales sin distinción, pobres y ricos, mexicanos, criollos y españoles, militares y civiles, viejos y jóvenes, se reunieron para dar la gran bienvenida a los hombres que habían luchado por sus ideales, pero que al final entendieron que el único ideal que en realidad valía la pena lograr, era el de la unión y la paz de su propia patria, el suelo en donde todos vivían y en donde podrían convivir como iguales.
En ese gran día todos ellos se abrazaron, se dieron la mano y pudieron llorar de alegría..
Sin embargo, Iturbide sabía que aquello apenas era el principio de un arduo camino y les había dicho en su discurso de Catedral:.
 
"¡Ya sabéis el modo de ser libres; a vosotros toca señalar el ser felices!".

El día se fue y al final llegó la noche, las casas iluminadas reflejaban aquella explosión de de luz y de color. La gente permaneció en las calles y plazas que lucían alegres y pletóricas de dicha y alegría, iluminadas apenas con la luz tenue de los pocos faroles que existían. Todos querían volver a saludar al Libertador Iturbide y lo esperaron a su salida de palacio con rumbo al teatro. En su camino fue nuevamente aclamado y vitoreado por la multitud, que no deseaba que la dicha de aquel día pudiese terminar ...

Conclusiónes

Tras de recorrer esta historia y llegar a este punto, me surgen muchas interrogantes:

  1. ¿Después del 27 de septiembre de 1821, cuantas veces más se celebró la Consumación de la Independencia?

  2. Sé de dos ocasiones, durante las Fiestas del Centenario en 1910, el 15 de septiembre por la mañana, uno de los eventos realizados fue el Desfile Histórico, que entre otras cosas recreó la entrada del ejército Trigarante encabezado por Iturbide.

  3. La otra ocasión que conozco fue en 1921, con motivo del Centenario de la Consumación de la Independencia. El presidente Obregón organizó una celebración "sui generis" que desplazó la imagen de Iturbide.

  4. Debe haber muchas otras realizadas que desconozco.

  5. ¿Se realizará una  celebración durante las Fiestas del Bicentenario en el 2010?

  6. En otro tema, para las Fiestas del Centenario organizadas por don Porfirio se construyó la Columna de la Independencia en el Paseo de la Reforma. ¿Quién o quienes realizaron el estudio para determinar cuales personajes merecían tener una estatua en el mismo?

  7. En la Columna de la Independencia existe una estatua interior para Guillen de Lampart, oscuro personaje. Sin embargo Ignacio Allende no la tiene y mucho menos Agustín de Iturbide.

  8. Aunque los restos de Allende reposan en el Mausoleo y el nombre de Iturbide está grabado en la columna y pudiera entenderse que en el conjunto no cabía integrar dichas estatuas ¿Porqué razón tampoco la tienen en el Paseo de la Reforma?

  9. ¿Estará previsto agregar estatuas de Allende e Iturbide en el Paseo de la Reforma y cercanas a la Columna de la Independencia?

  10. ¿Porqué razón no hay una sola estatua erigida en honor de una mujer insigne en el Paseo de la Reforma?

  11. ¿No debieran estar allí la de la Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez y la de doña Leona Vicario ?

  12. En otro punto de vista, el Muro de Honor del Palacio Legislativo registra muchos de los nombres de personajes ilustres, incluyendo en la parte superior, los de 5 mujeres y entre ellos los de Josefa Ortiz y Leona Vicario, sin embargo hoy el nombre de Iturbide ha sido borrado.

  13. En el Muro de Honor de otros edificios ocupados por el recinto legislativo, por muchos años estuvo grabado con letras de oro el nombre de Agustín de Iturbide y no solamente ello estuvieron allí su bastón de mando y el sable que le regaló Anastacio Bustamante. Hoy su nombre ha sido borrado, ya no aparece ¿Cual fue la razón que se adujo para borrarlo? ¿No es una ingratitud?

  14. El bastón de mando se perdió en un incendio, sin embargo supongo que el sable aún se conserve en alguno de los museos de la Ciudad de México.

Como se puede apreciar y tras de escribir los párrafos relacionados con el Ejército Trigrarante, hoy tengo más dudas que cuando empecé. Por tal motivo me resulta imposible emitir conclusiones. Seguramente habrá que seguir investigando esta historia inconclusa.

Si quieres conocer otro punto de vista sobre don Agustín de Iturbide y la Consumación de la Independencia, puedes leer un excelente resumen del historiador Alejandro Rosas, que por un tiempo se conservó en el portal de la Presidencia de Vicente Fox:  El "otro día" de la Patria
 

Antiguo Muro de Honor en Cámara de Diputados

Muro de Honor de la Cámara de Diputados que estuvo ubicada en las calles de Donceles y Allende.
La de arriba es una foto del recinto de la Cámara de Diputados, cuando estuvo ubicado por muchos años, en la esquina de la calle de Donceles con Allende. En el muro de honor se puede leer el nombre de Agustín de Iturbide, allí grabado durante mucho tiempo. ¿Cuando y porqué razón fue retirado?

Actual Muro de Honor en Palacio Legislativo

Muro de Honor

Recinto Legislativo de San Lázaro, mostrando parcialmente los actuales Muros de Honor, en donde ya no aparece el nombre de Agustín de Iturbide, pero si está grabada, en el lugar principal, la famosa frase de don Vicente Guerrero: La Patria es Primero. Oprima sobre la imagen para verla con mayor detalle.


 

Recreación de la imagen del inicio

Agustín de Iturbide y su estado mayor, a su paso por la Garita de Belén. Original de F. Bastin, aparece en el álbum de Julio Michaud y Thomas, imagen enviada por Julio Romo Michaud.

Una sección de la estampa grabada en 1797 por José Joaquín Fabregat, en base a un dibujo de Rafael Jimeno y Planes, para conmemorar la inauguración de la la estatua provisional de Carlos IV.
 

Pintura anónima, que muestra la Plaza Mayor y al centro el templete construido para ocultar la estatua ecuestre de Carlos IV. Aparece en el libro: Guadalupe Jiménez Codinach, México. Su tiempo de nacer. 1750-1821.

 

Sección de una pintura anónima, que muestra los elementos decorativos y banderas del arco triunfal a la entrada de San Francisco. Aparece en el libro: de Eduardo Báez, La pintura militar de México en el siglo XIX.



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Última revisión: domingo, 14 febrero 2021.