Autor:
Ing. Manuel Aguirre Botello
Abril, 2001
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Portada del Plano-Guía
Turística de Puebla de 1946, publicado por el
Sr. Manuel Aguirre Betancourt
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Nota:
Este trabajo está dedicado a mis queridas hermanas Elsa y
Chela, espero a ellas
les guste y les traiga gratos recuerdos de su infancia.
Fue escrito por Manuel Aguirre
Botello en 1997 en la ciudad de Querétaro.
Se anticipa al lector que muchos de los relatos son de índole familiar,
sin embargo, resulta interesante conocer como eran muchas de las
costumbres de Puebla de los Ángeles y de la Ciudad de México hace más de
50 años. |
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LA OFICINA DE PAPÁ.
Recuerdo con cierta claridad la oficina
de la SCOP, donde Papá era el jefe; se encontraba en un segundo piso de
alguna de esas viejas casonas de estilo colonial, que existían (y aún
permanecen) en el centro histórico de la Ciudad de Puebla. Estaba formada
según recuerdo, por dos o tres cuartos grandes de techos muy altos,
construidos mediante vigas de madera con bóvedas de ladrillo y muros muy
anchos probablemente de adobe o sillar, que eran muy comunes entonces.
Tenía ventanales a la calle con puertas completas de 2 hojas y
protecciones de postigo para los cristales, que al cerrarse impedían el
paso de la luz del día. Al abrir las puertas comunicaban a un balcón con
vista a la calle protegido mediante un barandal metálico. Los pisos eran
rojos y limpios.
En el interior había varios escritorios y
muy poco personal, si acaso dos secretarias y además uno o dos dibujantes
que ocupaban sus respectivos restiradores, uno de ellos fue el que copió
el plano de la Ciudad de Puebla, que papá utilizó para su Guía de la
ciudad, (mas adelante hablo de ella) que se llamaba nada menos que Dante
Ferrigno.
Yo me imagino, que en esa época no había
ninguna obra en proceso y relativa a la construcción de bordos de defensa
para la protección en caso de presentarse avenidas del Río de San
Francisco, que era a la que estaba asignado Papá. Por lo menos yo nunca vi
maquinaria trabajando en aquellos bordos.
Sin embargo, si recuerdo que la obra mas
importante que se construía entonces y también a punto de terminarse, era
la famosa Presa de Valsequillo.
Aunque Papá no estaba asignado a esos
trabajos, en una ocasión fuimos a conocer la presa ya funcionando y el me
dio todas las explicaciones de como funcionaba (recuérdese que el había
trabajado en los campamentos durante la construcción de varias presas en
el norte del país).
El me explicó, lo recuerdo bien, cual era
el vertedor de demasías, que en aquel entonces desfogaba toda el agua
sobrante que excedía del nivel nominal de la presa. Era un espectáculo muy
bonito, prácticamente una bella cascada pero construida por el hombre.
Me explicó cuales eran las compuertas y
como funcionaban y me mostró la cortina de la presa en cuyo lomo existía
una carretera que cruzaba de un extremo al otro. El decía entonces que
aquello así como estaba no servía para gran cosa, pues faltaba construir
todos los canales de riego que llevarían el agua de la presa a los sitios
de consumo y aquella agua que tiraba el vertedor por entonces no se
utilizaba en el riego. Sin embargo era una gran obra, construida por
Manuel Avila Camacho para su estado natal que era Puebla.
Algo que tengo muy grabado es el nombre
de la compañía que tenía el contrato para la construcción de la presa; era
una compañía extranjera, posiblemente europea y le decíamos "La Rossoff",
pues era el nombre que ostentaban en la puerta los enormes camiones que
movían el material a la presa. Estos camiones daban vuelta en la esquina
de la Escuela Normal, donde estudiábamos y tomaban esa calle, la 11 Sur,
con rumbo a la carretera de Valsequillo.
Es interesante apreciar como las cosas
fueron cambiando con el paso de los años y muchas Constructoras mexicanas
que nacieron en aquellos años, como la ICA y Bufete Industrial, fueron
creciendo en tamaño y en tecnología, no solo para construir y proyectar en
México, sino en lugares tan lejanos como Arabia Saudita y muchos países de
Centro y Sudamérica, como sucede en la actualidad.
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Aunque esta no es la casa donde estaba la Oficina, si muestra el estilo de
los balcones que tenía.
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EL GOBERNADOR BETANCOURT.
El Gobernador del Estado de Puebla era
entonces el Ing. Carlos I. Betancourt y claro, Papá lo conocía. Esta, es
más o menos la historia.
Papá cuyo nombre completo era Manuel
Aguirre Betancourt, ya había comentado antes que trabajó para la SCOP en
la Ciudad de México, durante los años de 1939 y 1940, allí ocupó los
puestos más importantes que tuvo en su vida, pero al terminar el período
del Gral. Lázaro Cárdenas, como el puesto que ocupaba (Jefe de Personal)
era de confianza, la costumbre era que tenía que renunciar de manera
automática, de tal manera que con fecha 12 de diciembre de 1940 le fue
aceptada e inició los trámites para retornar a su trabajo de planta
anterior, del cual tenía licencia ilimitada sin goce de sueldo. Al llegar
el personal de la nueva administración (iniciaba Manuel Avila Camacho su
período) el Ing. Carlos I. Betancourt ocupó el puesto de Oficial Mayor en
la SCOP y papá tuvo que tratar con el lo conducente a su nuevo trabajo;
como tenían el mismo apellido hicieron buena amistad, aunque la verdad es
que Papá sufrió entonces un fuerte retroceso en su puesto y en su ingreso
mensual y fue trasladado a Monterrey. En el capítulo de Monterrey comento
como con la ayuda del mencionado Ing. Betancourt y otras relaciones que él
había conservado, pudo paso a paso, mejorar su posición de trabajo.
Para el año de 1946, el Ing. Carlos I.
Betancourt había logrado ya la gubernatura del Estado de Puebla y gracias
a la amistad que previamente tenían, tuvo Papá la confianza para pedir una
audiencia para saludarlo. La audiencia le fue concedida y él lo que
realmente traía entre manos, era la idea de hacer una Guía Turística de la
Ciudad de Puebla.
El problema principal era la elaboración
del plano de la Ciudad y papá, ni tardo ni perezoso, aprovechó la
oportunidad para pedirle al Gobernador que le permitiera utilizar y copiar
el Plano Oficial que recientemente había sido elaborado por las
autoridades del Gobierno del Estado.
El Gobernador de
buena gana le dio la autorización y le entregaron a papá una copia del
mencionado plano, para que de allí tomara los datos que quisiera. De esa
ingeniosa manera fue como logró iniciar el proyecto de la Guía.
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Este es el Palacio de Gobierno de la Ciudad de Puebla, en el que muy
probablemente mi Papá se entrevistó con el Gobernador Carlos I. Betancourt
en 1946. Muy bello y monumental edificio en verdad.
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PLANO GUíA DE LA
CIUDAD DE PUEBLA.
Papá siempre tuvo muy buenas ideas y lo
que le hizo falta fue el capital y el tiempo suficiente para
desarrollarlas, ya he comentado antes de aquel genial negocio de
mensajería que se llamó Agencias Unidas de Monterrey, excelente y avanzada
idea para su época y que tuvo que quitar por su traslado a Puebla.
Al llegar allí papá se dio cuenta de
inmediato, del potencial turístico que tenía aquella Monumental ciudad y
observando que no existía ninguna guía, ni plano de la ciudad, en poco
tiempo fue madurando la idea de publicar una.
El conocía muy bien la versión de la muy
rústica (entonces) Guía Roji de la Ciudad de México, e incluso tenía una,
pero aquella no era una guía turística, era una guía para localizar calles
y lo que Papá buscaba de manera fundamental, era mostrar a los turistas
las grandes joyas arquitectónicas de la ciudad. Sin embargo la guía Roji,
ya desde entonces, tenía un sistema de coordenadas, definidas mediante
letras en un sentido y números en el otro, que era muy práctico para
localizar los nombres de las calles en el plano y Papá (aunque no era
japonés) copió aquel sistema que le permitía localizar los sitios
turísticos de la ciudad de manera sencilla y sin necesidad de sobrecargar
el Plano con leyendas excesivas.
Con tales premisas y con la ayuda del
dibujante Dante Ferrigno, que ya antes mencioné, inició el trabajo de
copiar el Plano de la Ciudad que le habían proporcionado en Gobierno y al
mismo tiempo hacer una investigación propia de las nuevas colonias
proyectadas (como la Colonia de la Paz), pero que no existían aún y
también otras que existiendo, no estaban en el plano del Gobierno del
Estado.
Aunque Puebla era entonces una ciudad
relativamente chica, hay que tomar en cuenta que papá nunca aprendió a
manejar y por lo mismo todo lo hacía en sus ratos libres (por las tardes)
y trasladándose a pié o en camión. De todas formas para el mes de junio de
1946, según indica su plano, ya tenía completamente terminado el dibujo,
el cuál mide 84 por 62 centímetros y fue hecho a tinta china y en papel
albanene.
Como dije al iniciar éste relato, Puebla
era un ejemplo de como debe ser trazada una ciudad y formaba en aquellos
días casi una cuadrícula perfecta, de tal manera que Papá y el dibujante
Ferrigno, lograron un trabajo, como todo lo que el hacía, muy nítido y
ordenado, pues los nombres de las calles (que eran números), están
perfectamente acomodados en los márgenes, como si fueran las escalas de
cada uno de los cuadrantes de un sistema de ejes cartesianos. Por lo
mismo, había pocos letreros y las calles se identificaban fácilmente.
Aparte y como ya había expresado, formando parte del marco exterior
del plano, se encontraban las letras en sentido vertical y los números en
sentido horizontal, que identificaban los ejes de la cuadrícula de
localización, similar a la de la Guía Roji.
Por azares del destino, me tocó la suerte
de guardar la única copia que queda, tanto del Plano como de la Guía de la
Ciudad de Puebla, pues a pesar de que Papá siempre guardó muchos papeles,
mucho antes de morir los fue rompiendo y tirando poco a poco, dejando
solamente los más indispensables y desde luego su muy importante y valiosa
colección filatélica, así como su legajo de nombramientos oficiales de
trabajos desempeñados en su vida.
El plano aunque fundamental, no lo era
todo y ya vimos como Papá sin ser ingeniero, nos mostró su sorprendente
destreza para lograrlo utilizando (mucho antes de que fuera inventada) la
técnica japonesa de copiar lo que ya existía, consiguiendo en este caso el
permiso previo del Gobernador y actualizando lo que faltaba y utilizando
ideas (no patentadas) como la cuadrícula de localización de la Guía Roji.
No, no lo era todo, había que investigar,
cuales eran los más importantes sitios turísticos de la ciudad, los
servicios públicos y las carreteras que confluían a la ciudad, por lo
mismo, con esa acuciosidad que le caracterizaba, recuerdo que empezó a
escribir de manera personal, las descripciones de cada uno de las más de
20 atracciones de la ciudad, datos estadísticos de población, industria y
economía de la región y al final descripciones de los sitios de interés en
los alrededores.
¿Es posible que puedan adivinar en que
escribió todo aquello en forma manuscrita, con lápiz y corrigiendo de vez
en cuando mediante un borrador que manchaba el papel?
Si, claro tienen razón, entonces nadie
pensaba en reciclar el papel, pero el ya escribía por detrás de las hojas
que habían sido previamente utilizadas (hoy Marisabel a sus 5 años, ya
sabe que debe hacerlo y quizá continúe la tradición de escribir por
detrás) o algo más difícil aún, llevaba copias heliográficas de planos que
ya no servían y doblándolas y por medio de una navaja iba sacando hojitas,
todas iguales, en las que escribía por el lado no impreso. ¿Admirable
verdad?
Si recuerdo muy bien, todos aquellos
borradores manuscritos de su trabajo vespertino en la casa y que era el
resumen de todas las investigaciones personales que tuvo que efectuar para
documentarse.
Yo creo que el nunca había hecho un
trabajo de edición e impresión, sin embargo preguntando y consultando le
fue dando el formato adecuado, determinó de que tamaño serían las páginas
(12.5 por 19 centímetros) y analizó la calidad del papel para que fuera
económica la impresión. Una vez determinado aquello recuerdo que decidió
lo que llevaría cada una de la páginas, una fotografía, un texto en
español, perfectamente medido y su equivalente ¡en inglés! De hecho lo que
el estaba desarrollando en casa, era el diseño gráfico de la guía, con la
única diferencia de que nunca lo había hecho antes, no tenía recursos,
ni ayudantes, no sabía inglés y claro mucho menos contaba con una
computadora personal, para diseñar las páginas, pues faltaban muchos años
para que fueran inventadas.
Pero pienso que tenía algo, que quizá en
la actualidad se esté perdiendo sin remedio y a él le sobraba, tenía un
tremendo entusiasmo y dedicación para el trabajo...
Yo lo recuerdo, porque desde entonces
estaba muy cerca de él y quizá sin querer, queriendo como el Chavo del
Ocho, trataba de asimilar y entender todo lo que hacía y además tenía la
paciencia de explicarme los porqués de cada una de las cosas.
Por ejemplo, el diseño de cada página
llevaba una foto en la parte superior y todas tenían que ser casi del
mismo tamaño, el tenía que conseguirlas, si las había en forma de tarjeta
postal o se las daban en Turismo o bien tenía que tomarlas, pero tenía que
mandar a hacer los "clichés" para poder imprimir las fotos y todos tenían
que ser del mismo ancho. Así, con el aprendí de manera simple y fácil, y
lo usé muchas veces años después, como hacer para determinar la altura de
la foto, en base a que el ancho debía de ser fijo y para ello bastaba con
trazar por detrás de la foto una línea diagonal, trazar mediante una línea
horizontal el ancho predeterminado y de allí con una vertical medir la
altura. Esas eran las medidas que se le daban al fotograbador para que
hiciera el famoso "cliché".
El espacio que quedaba debajo de la foto,
debía dividirse en dos columnas, una de ellas llevaba el texto, en español
medido en cuartillas por papá y que se mandaba al linotipo para formar la
tipografía y la otra columna el texto en inglés.
Otra sorpresa nos deparaba Papá, ¿quién
sería el traductor?
Nunca habría imaginado que mi propio
maestro de 5o. año de primaria, el profesor Efraín Huitzil López sabía
Inglés, pero así fue, el se encargó de la traducción y lo hizo muy bien.
No todo terminaba allí, era tan solo el
principio, tuvo que hacer un estudio de factibilidad de la empresa y
determinó que la única forma de garantizar su éxito, era conseguir
publicidad previa, en forma de anuncios dentro de la misma Guía, que
cubriera el financiamiento del costo de la impresión. ¡Para ello se lanzó
a la tarea de conseguir ¡38 páginas con anuncios, de las 80 paginas de que
constaba la guía!
No me es fácil determinar en cuantos
meses llevó a cabo todo el trabajo, pero si partimos de que llegamos quizá
en agosto o septiembre de 1945 y el dibujo del plano ya estaba terminado
para julio de 1946, yo supongo que todo el trabajo, desde la concepción de
la idea hasta la impresión de la Guía y el Plano debió llevarle todo el
año de 1946, pues visitar posibles prospectos de publicidad no era nada
fácil y conseguir que le dieran los anuncios, para una publicación que no
existía, supongo que menos aún. Sin embargo él solo y sin ninguna ayuda y
solamente en las tardes que tenía libres, consiguió los 38 anuncios (39
con la cuarta de forros) de empresas y comercios que iban desde bancos y
estaciones de radio hasta sastres y negocios de artesanías. ¡En verdad
formidable!
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Estos son los últimos ejemplares que guardo, tanto de la Guía Turística
como del Plano de la Ciudad de Puebla, la edición es de 1946.
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Aquí se aprecia el plano de la ciudad extendido, mostrando el sistema
numérico de las calles y en los márgenes exteriores, dentro de pequeños
círculos, las letras y números para localización de los puntos de interés.
Al frente la Guía abierta en las páginas centrales, en la que aparecen los
mensajes de bienvenida del Gobernador y del Presidente Municipal.
VER EL PLANO DE 1946 AMPLIADO, OPRIMA AQUÍ
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LOS VIAJES CON
PAPÁ
A pesar de ser la cuarta ciudad en
importancia en el país, la ciudad de Puebla, como todo lo que sonara a
provincia mexicana, tenía entonces muchas más limitaciones que ahora. Papá
había logrado conseguir una imprenta local "López Hermanos", que le
imprimiera la Guía en sí, pero tanto los fotograbados o "clichés" y la
impresión del Plano, no se podían hacer en Puebla.
En tales circunstancias, tuvo la
necesidad de hacer varios viajes a la Ciudad de México, nuestra bella
capital del país, conocida entonces como la "Ciudad de los Palacios" por
sus bellas construcciones y como la "Región más Transparente del Aire" por
sus incomparables y nítidos paisajes, que nos permitían admirar las
imágenes del Popo y el Iztaccihuatl la mayor parte de los días del año.
Debo suponer que la Capital tendría entonces menos de 2 millones de
habitantes y Puebla, según los datos estadísticos de la misma guía,
tendría del orden de 180,000 habitantes en 1946.
La carretera entre Puebla y México estaba
ya perfectamente pavimentada, pero era muy sinuosa y peligrosa (actual
carretera libre, posiblemente ahora más amplia) y se hacían casi tres
horas en autobús de línea, aunque la distancia era de solo 135 Km.
El caso es que yo recuerdo haber
acompañado a Papá en varias ocasiones, no se exactamente en que fechas, ni
cuantas veces, pero supongo que debió ser en vacaciones de la escuela,
quizá en septiembre y en diciembre de 1946.
No puedo describirles en que viaje
precisamente sucedió cada cosa, pero a continuación les hago un relato de
las cosas que se me quedaron grabadas de aquellos ajetreados viajes de un
solo día.
La salida de Puebla era muy temprano por
la mañana de la terminal de los Autobuses Estrella Roja, que estaba en el
centro de la ciudad, de allí después de casi la mitad del trayecto, el
autobús que era de primera clase, hacía su única parada intermedia en Río
Frío.
Si menciono el hecho de que nuestro
autobús fuese de primera clase, es porque entonces había autobuses de
segunda y quizá de tercera clase, que permitían la transportación de todo
tipo de mercancías, adentro y sobre el techo del autobús. Estos vehículos
eran un espectáculo muy pintoresco y los veíamos pasar por la Avenida de
la Paz (en la casa de la 23 Sur), repletos de gente en su interior, pero
además cargados de mercancías, huacales, aves de corral y hasta gentes que
las cuidaban, en el techo del vehículo. Eran las rutas que viajaban a
pueblos cercanos, como la de "Puebla-Tecali-Tepeaca-Tepeji", por ejemplo,
que la tengo todavía grabada en la memoria por lo de las tres tés... y
claro pero como voy a olvidar los ADO, aquellos que decían en sus costados
"México-Puebla-Perote-Xalapa-Veracruz", que eran de primera clase y que el
Panzón Panseco usaba en sus rutinas cómicas pues decía que iba
“México-Puebla pero te jala pa Veracruz”.
Llegar a Río Frío representaba una escala
agradable, pues aunque llegaba con los oídos tapados por el cambio de
altura y el estómago medio revuelto por la multitud de curvas del camino,
al bajar se me quitaba.
Era un pueblecillo simpático, en una de
las partes más altas de la montaña, por lo cuál el clima era en verdad muy
frío, pero como digo lo agradable era que ya para entonces teníamos hambre
y Papá, taquero por excelencia, me invitaba a comerme unos taquitos de
polvito de chicharrón con guacamole, que jamás he olvidado y que solamente
allí, en los pequeños puestos al aire libre, los hacían tan sabrosos.
Continuando el viaje, la llegada a la
Ciudad de México era a la terminal de los autobuses que estaba en pleno
Centro, si no mal recuerdo en la Calle de la Soledad, precisamente detrás
del edificio del Palacio Nacional.
Los asuntos que tenía que resolver Papá
tenían relación con los "clichés" que habría de mandar a grabar, tanto de
las fotografías, como de los anuncios publicitarios y del mismo Plano que
yo lo veía enorme. Igualmente había que buscar alguna empresa que pudiera
hacer la impresión del plano, que por su tamaño, no cualquier imprenta
podía hacerlo y además buscar que clase de papel convenía utilizar.
En aquellas épocas todo lo imaginable, lo
había y se resolvía en el Centro de la Ciudad de México, así que de
acuerdo a su costumbre de allí nos íbamos caminando (¿que raro verdad?)
rumbo a las calles de Bucareli, que era donde estaban todas las
Editoriales de Periódicos y por allí en alguna de esas calles cercanas a
Bucareli estaba una empresa que se llamaba Fotograbadores y Rotograbadores
Unidos, adonde Papá mandaba hacer los "clichés".
Debo confesar que aunque el procedimiento
es fotográfico y en base a stenciles y pantallas, nunca supe como demonios
vaciaban y grababan en el zinc, las fotografías que llevábamos y luego
montadas en marcos de madera, nos entregaban un trabajo admirablemente
recortado y preciso, pero eso sí con las imágenes invertidas, como si las
viéramos en un espejo.
En uno de aquellos viajes dejamos el
original definitivo y revisado del plano de la ciudad, para que hicieran
el "cliché" gigante, que como he dicho era de 84 cm. de ancho por 62 cm.
de altura. Recuerdo que lo difícil no fue llevar el plano, sino recoger el
famoso "cliché" que pesaba muchos kilos y Papá tuvo que cargarlo para
llevarlo a la imprenta.
Quién sabe, pues no lo recuerdo, cuál
sería finalmente la empresa que hizo la impresión del Plano, pero por el
contrario si recuerdo muy bien el día que me llevó a los Talleres Gráficos
de la Nación, que supongo era la imprenta más grande e importante del país
y en donde el Gobierno imprimía todas sus formas, folletos, revistas,
periódicos y libros. Era muy grande (o yo la veía muy grande) y estaba muy
cerca de La Ciudadela, precisamente en Tolsá y Tres Guerras a un costado
del edificio que ocupaba la Vocacional 2 del IPN, donde varios años
después me tocó estudiar el equivalente de la Preparatoria.
Allí, estuvimos en el interior y tenían
muchas prensas de muy distintos tipos y tamaños trabajando sin cesar,
recuerdo que había una muy grande y no estoy seguro si era una rotativa,
pero en ella se imprimía el Diario Oficial y posiblemente, aunque no lo
puedo afirmar, el diario El Nacional que era cien por ciento oficial.
Ellos hacían también trabajos a
particulares y le cotizaron a Papá la impresión de su plano, pero como
dije, no recuerdo si finalmente ellos hicieron el trabajo, lo que si
agradecí a mi padre fue la oportunidad que me brindó de conocer aquella,
para su época, enorme empresa oficial.
Con el paso de los años, pude asimilar
muy bien de que manera mi Papá con su constancia y su dedicación al
trabajo podía emprender y llevar a buen fin los proyectos que se proponía,
aún sin contar con la ayuda suficiente y con el capital necesario.
No cabe duda que el Plano Guía de la Ciudad de Puebla, sacado a la venta
por $3.00 el ejemplar en los primeros días de 1947, fue una gran hazaña de
Publicaciones Aguirre, la efímera empresa de mi Padre y que de alguna
manera marcó para siempre la forma en que yo mismo y varios años después,
me iniciaría en los negocios.
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ALGUNOS
RECUERDOS DE LA CIUDAD DE MÉXICO.
No todo
era caminar sin descanso, de repente Papá se daba un momento de reposo y
nos "parábamos" a comer. Sí, así era realmente, nos parábamos a comer
porque comíamos parados en alguno de aquellos muy especiales negocios de
comida, que estaban en ciertas esquinas de la calle de Bucareli, las
clásicas Taquerías. Papá me preguntaba de que los quería y allí los
comíamos acompañados del consabido vasote de agua de frutas, que bien
podía ser de horchata, tamarindo, piña o una gran variedad de sabores que
se exhibían en aquellos grandes depósitos de cristal de tipo barrilito y
de los cuales nos servían con el clásico cucharón que solía derramar el
excedente por las paredes del vaso. Parados en la banqueta saboreábamos
nuestros taquitos en la clásica posición de escuadra y los acompañábamos
con refrescantes tragos del agua de frutas...
Una vez repuestas las energías,
continuábamos con el programa que solía ser bastante variado.
En alguna ocasión fuimos al edificio de
la Comisión Nacional de Irrigación, que se encontraba en la esquina de la
Calle de Balderas, si no me equivoco con Ayuntamiento. Balderas es
paralela a Bucareli y por allí a la altura del Reloj Chino, que ya
existía, cortábamos camino cruzando la Plaza de la Ciudadela.
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Aquí aparece una imagen de 1908 del que originalmente fue
Instituto Médico Nacional, construido en la época porfiriana. Después de
la Revolución se utilizó para alojar las dependencias oficiales de la
Comisión Nacional de Irrigación.
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Aquí una vista actual del mismo edificio, pero se observan
del lado derecho, las construcciones que fueron agregadas en los años 40,
referidas en el texto.
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Al menos al frente era un edificio de
tipo porfiriano antiguo, con un portón tradicional de dos hojas de madera
formando pancupé en la misma esquina, pero que en su interior había sido
reformado con construcciones nuevas de hasta 3 niveles de altura. Por
aquellas escaleras que conducían a las oficinas del tercer nivel, en una
ocasión fuimos a visitar a una de mis tías, hermana de Papá, que trabajaba
allí y era precisamente la Tía Cristina, que era muy sonriente y
saludadora y desde luego mucho más joven, por aquellos años Papá tenía 44
y Cristina algunos más.
También trabajaba Polina, que seguramente
también la vimos, pero no la recuerdo y en un tiempo, antes de su
accidente trabajó mi Tía Rosina. Esos trabajos se los había conseguido
Papá, precisamente cuando fue Jefe de Personal de la SCOP en 1940.
Como era la Dependencia Oficial a la cuál
pertenecía, seguramente aprovechaba también para tratar los asuntos que
tenía pendientes allí y que justificaban su viaje a la Capital.
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El Reloj Chino,
referido en el texto, en la década de los 60.
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Caminando por Bucareli solíamos ir a dar
a la Glorieta del Caballito (Carlos IV, que actualmente se encuentra
frente al Palacio de Minería) en donde estaba el que ahora llamamos viejo
edificio de la Lotería Nacional, y que en aquel entonces era de los más
nuevos y además el orgullo de nuestra ciudad capital pues estaba recién
construido con un sistema de cimentación flotante, para que no se hundiera
y que además fuera a prueba de sismos. Con el paso de los años nos ha
demostrado su excelente diseño, al soportar los más fuertes sismos del
siglo XX. Este gran edificio había substituido ya al viejo edificio de la
Lotería, que era de tipo porfiriano afrancesado y de solamente dos niveles
de altura. De allí de ese antiguo edificio, pude ver pasar el desfile del
16 de septiembre de 1940, en unión de mis padres.
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Sobre la calle de Bucareli, la que fue casa de Don Feliciano Covián,
que desde entonces era y aún lo es, edificio de la Secretaría de
Gobernación. Muy cerca de allí el Reloj Chino que muestro arriba y
La Ciudadela que menciono en el texto, pero que no tengo imagen de
la época.
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Interesante foto que muestra el famoso "Caballito", estatua ecuestre
de Carlos IV esculpida por Manuel Tolsá. La época, a principios del siglo
XX y en una tarde lluviosa. El sitio, la Glorieta del Paseo de la Reforma
con Avenida Juárez.
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El mismo "Caballito" pero sin reja y en el mismo sitio, en la época de los
años 40 a los que me refiero en el texto, a la derecha el "nuevo"
edificio de la Lotería Nacional y al frente el Caballito.
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El "Caballito" de Manuel Tolsá ha sido substituido por el de Sebastián,
los edificios que lo rodean también, pero el viejo edificio de la Lotería
Nacional, construido sobre una cimentación de tipo "flotante" como decía
mi papá, ha podido resistir sin perturbarse, los sismos más fuertes del
siglo XX, el de 1957 y el de 1985.
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Siguiendo por toda la Alameda era imprescindible que Papá me hiciera
notar, que el edificio de apenas 10 pisos de altura de La Nacional,
Compañía de Seguros, había sido el primero y el más alto de toda la ciudad
por muchos años, antes de que se construyeran otros como el de la Lotería
Nacional que vinieron a desplazarlo. Era entonces el símbolo de la ciudad
en la esquina de San Juan de Letrán con Av. Juárez y tengo entendido que
tuvo que ser reconstruido en su totalidad después del sismo de 1985.
En una ocasión Papá me dijo que me iba a llevar a un pasaje subterráneo,
lo cual me causó mucha emoción, pues me dijo que para cruzar la calle la
gente pasaba por un túnel y los automóviles y camiones pasaban por arriba,
aquello era muy especial para mi y me causaba mucha curiosidad y
entusiasmo, así que me llevó a la esquina de 16 de septiembre con San Juan
de Letrán en donde se había construido el primer paso peatonal de tipo
subterráneo de la
Ciudad de México. Me explicó,
que habían tardado muchos años en hacerlo, porque cuando empezaron a
excavar resultó que nunca dejaba de salir agua (recordemos que la ciudad
de México se construyó en una laguna) y los ingenieros por más bombas que
ponían para sacarla, nunca se acababa y no encontraban la forma de
evitarlo.
Esta obra se terminó en 1931, año en que el número de vehículos había
aumentado en ¡3213! unidades y bajo la dirección del arquitecto
Carlos Greenham. Tan singular obra, considerada necesaria por
el ¡intenso tráfico! de esa esquina, fue inaugurada el 23 de
Agosto de 1931 por el Ing. Pascual Ortiz Rubio presidente de México. De acuerdo a los discursos de la época, la ciudad se
colocó "a la altura de las urbes modernas del mundo civilizado".
.
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En esta fotografía de los años 30, se puede apreciar la
acera oriente de la Av. San Juan de Letrán en el cruce con 16 de
Septiembre. La flecha amarilla muestra la escalera de acceso al pasaje
subterráneo para peatones que fue concluido en 1931 y que se describe en
el texto.
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El caso es que bajando por las escalinatas, en el interior era como un
pasaje comercial y había varios negocios (de parados también) que vendían
unos exquisitos batidos de leche con fresa y mi Papá me invitó a tomar uno
de ellos, mientras terminaba de platicarme los múltiples contratiempos que
tuvo aquella, aparentemente muy simple obra de ingeniería,
que dejó su huella para siempre en lo que fue el inicio del México
moderno.
Hoy saturada de puentes y pasos a desnivel, no solo para peatones sino
para las miríadas de automóviles que circulan (cuando pueden) la Macro
Ciudad de México D.Fiendete, ya no es ni la sombra de lo que era en
aquellos lejanos años cuarenta. Por cierto, ¿estará todavía en
servicio ese paso peatonal?
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Dos de las más importantes avenidas de la Ciudad de México, más o menos en
la época que se describe en el texto. A la izquierda la famosa avenida de
San Juan de Letrán, mostrando el edificio de La Nacional, por muchos años
el más alto de la capital. Detrás de él muchos edificios que ya no
existen, pues fueron demolidos después del sismo de 1985, entre ellos el
que utilizó el Ing. Guillermo González Camarena, para colocar la antena y
experimentar con la televisión a colores en los años 50. La imágenes se
exhibían en el aparador de la tienda Nieto Regalos, en la planta baja del
Edificio de La Nacional. A la derecha y vista desde el Monumento de la
Revolución, la Avenida Juárez, se puede apreciar el "Caballito", Lotería
Nacional, la Alameda y al fondo ya en construcción la Torre
Latinoamericana
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Saliendo de Bucareli y tomando la Avenida Juárez a la derecha, se podía
observar este edificio, que por muchos años fue tienda de Salinas y Rocha
y que estaba enfrente del famoso Hotel del Prado y a un costado del Cine y
Hotel Regis, todos ellos demolidos a raíz del sismo de 1985. Hoy entiendo que se encuentra allí una plazoleta
conmemorativa del catastrófico sismo del 85.
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En el camino de retorno hacia la terminal del autobús, Papá solía llegar
también al Edificio de Correos, no sin antes haberme platicado la historia
del Palacio de Bellas Artes, que con tan gigantesco peso y debido a la
lodosa consistencia del terreno, pues resulta que se había hundido
irremediablemente y se encontraba a más de dos metros por abajo del nivel
de la calle. Lo chistoso es que me decía que le tenían que poner
"inyecciones de concreto" para evitar que se siguiera hundiendo y eso me
causaba gracia, pues me imaginaba a los trabajadores poniéndole
gigantescas inyecciones al edificio.
Como digo, la visita al Correo Central
era obligada y ya dentro la verdad es que lo veía lóbrego y feo (aunque
ahora reconozco que es toda una obra de arte) pues a mi no me gustaban las
cosas antiguas, sin embargo recuerdo que toda su herrería decía "Fondería
del Pignone" y es que según supe después, toda ella había sido fabricada y
traída desde Toscana en Italia. Subiendo aquellas escaleras metálicas,
Papá me enseñó el lugar donde estaba la Oficina Filatélica, que era el
sitio donde se podían comprar todas las series de las nuevas estampillas
postales conmemorativas y también ver una colección de todas las
estampillas postales y monedas de México.
Saliendo del Correo y siguiendo por
Tacuba, nunca faltaba echarle un vistazo al Palacio de Comunicaciones,
donde el había trabajado y enfrente en el Palacio de Minería, quedarme
embobado mirando los aerolitos que habían caído del cielo y que allí se
exhibían.
Para entonces, era ya el momento de
enfilarnos rumbo a la calle de la Soledad, para emprender el regreso,
después de un día de inolvidables momentos vividos.
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El Palacio de las Bellas Artes iniciado por el régimen de Porfirio Díaz,
no fue terminado hasta el año de 1932 por Emilio Portes Gil. En esta
fotografía reciente, se aprecia que a pesar de haberse hundido hasta
perder por completo las escalinatas del acceso principal, hoy luce en
verdad esplendoroso una vez que fue construido el estacionamiento
subterráneo de automóviles.
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El edificio del Correo Central al que me refiero en el texto, aparece aquí
en una vieja foto posiblemente de 1950, donde se aprecian desde los
semáforos, 2 motocicletas de tránsito, un tranvía de los amarillos de la
ruta Atzcapotzalco o Tacuba, los camiones y los autos, todos ellos de
aquella época hace más de 50 años. El helicóptero del servicio postal
mexicano, desciende a su plataforma de aterrizaje construida sobre la
azotea del edificio.
Para recordar los tranvías de la Ciudad de Mexico oprima aquí.
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Estas son las bellas escalinatas interiores del edificio de Correos,
construido en la época porfiriana con herrería italiana importada
totalmente desde Toscana y fabricada por la Fonderia del Pignone. En el
segundo piso supongo que se encuentra aún la oficina filatélica a la que
asistía mi papá y el museo numismático y filatélico.
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El Palacio de Comunicaciones, que se terminó de construir en el año de
1912, se muestra aquí en esta fotografía de la época. Tiempo después
cambio su nombre a Edificio SCOP, por sus siglas Secretaría de
Comunicaciones y Obras Públicas, dependencia para la que por muchos años
laboró papá. Era parte de nuestro trayecto rumbo a la terminal de
autobuses que estaba en la Calle de la Soledad.
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El Palacio de Minería, exactamente enfrente del Palacio de Comunicaciones,
se muestra aquí en una fotografía reciente, pero en la que aún se aprecian
los enrejados tras de los cuales se encontraban los "aerolitos", trozos de
rocas caídas del espacio y que se exhibían detrás de ellas, para deleite
de chiquillos como yo (entonces) que disfrutaban imaginando historias. El
monumento del "Caballito" fue removido de la glorieta de Reforma y Juárez,
para ser colocado en el mismo sitio que ya había ocupado anteriormente.
Oprima aquí para saber más de la estatua del "Caballito".
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Esta es la calle de Moneda, por un costado del Palacio Nacional, en donde
estaba el Museo de Antropología de aquella época. Muy cerca de este sitio,
paralela y con apariencia similar estaba la calle de la Soledad y la
Terminal de Autobuses Estrella Roja, que era la línea en que viajábamos..
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UNA VISITA A LA ESIME EN 1946...
De aquellos viajes tengo un recuerdo
especial que requiere de un capítulo aparte, me refiero a una visita a la
ESIME de Allende No. 38, en pleno año de 1946.
Papá no era un hombre que revelara
fácilmente cuales eran sus esperanzas y sus anhelos, pero imagino que el
deseaba en el fondo, que yo estudiara una carrera de ingeniería.
Recordemos que le tocó convivir muchos años con ingenieros, pero además
estaba el antecedente de mi Padrino de bautizo, el Ing. Angulo Gallardo,
que llegó a ocupar el puesto de Secretario de Comunicaciones y que era
como un ejemplo tanto para mí como para él.
Ya he platicado que recuerdo a Papá y
Mamá en Monterrey, recostados en el pasto de los jardines que rodeaban el
Palacio Federal y en donde comentaban acerca de la fundación en 1943 del
ITESM y que mucho les gustaría que yo estudiara allí. Eso claro, no fue
posible pues para 1945 ya estábamos en Puebla, pero supongo que Papá traía
dando vueltas en su mente, como le iba a hacer para que yo pudiera
estudiar una carrera de Ingeniería.
Todo indicaba, que aquella era mi
vocación, pero lo que nunca he podido adivinar es, ¿Como supo que yo
estudiaría Ingeniería Mecánica o Eléctrica, en vez de Ingeniería Civil que
era la carrera de mi Padrino?
El caso es que el chamaco de 11 años que
estaba terminando el 5o. año de Primaria y que en Puebla tenía un
"Laboratorio de Física" donde prohibía el paso a las mujeres (¿verdad Elsa
y Chela?) y le encantaba jugar con pilas y foquitos, es muy posible que
por esa razón haya inspirado a su Papá, para que en ese día de 1946
entrara caminando en su compañía, por el pasillo principal, el del Cuadro
de Honor, de la ESIME, la vieja ESIME, la de Allende y Belisario
Domínguez, la más famosa de las escuelas del Instituto Politécnico
Nacional.
A continuación voy a reproducir lo que al
respecto le escribí a José Manuel, mi hijo, cuando se fue a estudiar a
Monterrey en 1987.
"Un día mis papás estaban recostados en
el pasto que rodeaba entonces al Palacio Federal y nosotros allí
jugueteábamos como de costumbre y recuerdo que mi Papá muy seriamente le
platicaba a mi Mamá en relación con el ITESM de reciente fundación y que a
él le gustaría que yo, algún día estudiara allí una carrera profesional.
Lo recuerdo vagamente, pero como siempre tuve la ilusión de estudiar
Ingeniería, no dudo que me habría gustado, sin embargo aquel ajetreo,
aquella forma de vivir, que implicaba para mi familia tener que cambiar de
residencia cuando acababa la obra, nos obligó a trasladarnos a la ciudad
de Puebla en 1945 y todo aquello quedó nada más en una buena intención de
mi padre, la cuál siempre le agradecí, pues pensó en lo mejor para mi, aún
cuando en aquellos días estaba lejos de su capacidad económica."
"Otro día, lo recuerdo bien, en uno de
los viajes que hacía con él de Puebla a México para acompañarlo (Ah... y
además me invitaba ricos taquitos de polvo de chicharrón en Río Frío,
donde paraba el autobús, ¡como lo voy a olvidar!), caminábamos por el
Centro de la ciudad y me dijo: -Ven te voy a llevar a la Escuela en donde
tu vas a estudiar-. Estábamos en las puertas de la ESIME, que entonces se
localizaba en el edificio de Allende 38, en pleno centro de la ciudad.
-Vamos a informarnos- me dijo y yo no
quería entrar, era un chiquillo de 5o. año de primaria, pero al fin
acepté. Allí nos dijeron todo lo que había que hacer.."
"Era sin duda, la mejor escuela de
Ingeniería Mecánica y Eléctrica del país, de incomparable prestigio y en
aquel entonces y por mucho, también mejor que el ITESM"
Hasta allí lo que le platicaba en aquella
carta a José Manuel y que coincide con lo que decía ahora; Papá se había
adelantado casi 8 años antes de que efectivamente llegara a estudiar en
aquel lugar. Sin embargo aquella visita fue muy importante, pues nos
explicaron que para estudiar una carrera profesional debía estudiar
previamente la Prevocacional y la Vocacional en el propio IPN.
¡Y así fue!... A mi padre le gustaba adelantarse al futuro y una vez más
(como el decía) estaba "metiéndome el hombro" para allanarme el
camino por recorrer. Era sin duda ¡un gran bloqueador!
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LA VIEJA ESIME DE ALLENDE 38.
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Una foto muy antigua que corresponde al
año de 1926, de lo que fue la fachada del Convento de San Lorenzo Martir y
la propia iglesia que se aprecia al fondo. Este edificio fue ocupado por
la ESIME por sus siglas Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y
Eléctrica desde el año de 1876, por decreto del entonces Presidente de la
República Don Benito Juárez García. Originalmente llevó el nombre de
Escuela de Artes y Oficios para Hombres y a partir de 1916 cambió su
nombre a Escuela Práctica de Ingenieros Mecánicos y Electricistas (EPIME).
Después en 1921 a Escuela de Ingenieros Mecánicos y Electricistas (EIME) y
finalmente en 1932 adoptó el nombre actual de ESIME. En 1936 se convirtió
en escuela fundadora del actual Instituto Politécnico Nacional.
Esta imagen de
la ESIME que aparece aquí por cortesía del
Decanato del
IPN, es muy posible que corresponda con el año de 1954, que
fue la época que me tocó estudiar en dicha institución. Esto se
puede confirmar por el tipo de farolas del alumbrado público de la
calle de Allende, que corresponden con las de conexión tipo serie
de filamento incandescente de 1000 watts que se utilizaron en esas
fechas. Para ese entonces, desgraciadamente la fachada original
del edificio había sido totalmente destruida y substituida por una
rústica de corte industrial, posiblemente influidos por el nombre
de la escuela. En la esquina se aprecia la fachada de la iglesia
de San Lorenzo y enseguida a la derecha el frente del que fue
laboratorio utilizado por el
Ing. Manuel Cerrillo Valdivia en muchas de sus
investigaciones. Le sigue la puerta principal de la escuela y a la
derecha un área que fue convertida en talleres de varios tipos,
como el de aeronáutica y el de mecánica. La fachada ha permanecido
así hasta nuestros días, pero existe un proyecto de restauración.
Vea esta imagen
ampliada.
El 3 de
noviembre de 1981 se publicó en la Gaceta Politécnica el
Acuerdo mediante el cual se creó el Consejo de Administración
de Allende 38, encabezado por destacados profesionistas
egresados de la ESIME. En la imagen se muestra el proyecto
previsto para la restauración de la fachada, que consideraba
remeterla varios metros, para mejorar su presencia y
lucimiento. A la fecha (la última vez que estuve en la ESIME
fue en la comida de de nuestra generación en 1996, con motivo
de nuestro Cuadreagésimo Aniversario) y a pesar de lo
mucho que se ha logrado, la fachada no ha sido restaurada.
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Aquí
aparece el patio principal de la escuela en una época
indeterminada para mí, pero es anterior a los años 50. Sin
embargo la disposición de aulas en tres niveles es la misma
que tenía cuando estudié allí entre 1953 y 1956. Desde luego
el farol central ya no existía, pero en la planta baja toda
la esquina albergaba nuestro extraordinario Laboratorio de
Máquinas Eléctricas encabezado por el Maestro Angeles
Chávez, en el primer piso estaba el salón que utilizaba en
Maestro Emilio Rodríguez Mata para impartir la clase de
Teoría de la Corriente Continua y del lado derecho estaba un
Laboratorio de Física. En la tercera planta el primer salón
lo utilizaba el profesor para
impartir la clase de Dibujo de Elementos Eléctricos y el
siguiente a la derecha, me parece que lo utilizaba el
Maestro Anduaga para impartir las clases de Hidráulica.
Esta fotografía también se exhibe por cortesía del
Decanato del
IPN,.
Vea la
imagen ampliada.
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Nuevamente el
cuadrilátero o patio principal donde, como dije antes, se encontraban las
aulas principales de la ESIME y que originalmente formaban parte del
Convento de San Lorenzo. La foto es reciente y muestra el estado actual
que guardan, una vez restaurado y vuelto a su fisonomía original, incluso
mucho mejor que en nuestra época estudiantil y sin el tercer piso que era
un añadido . Actualmente, funciona como Centro de Educación Continua de la
ESIME y cuenta con excelentes instalaciones y amplia área de
estacionamiento en lo que fue el viejo Salón de Actos de la escuela.
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Papá, Manuel Aguirre Betancourt en una foto de la época, unos dos años
después, cuando ya trabajaba en México, D.F. en el edificio de la Sría de
Recursos Hidráulicos del Paseo de la Reforma. Observen su inseparable
calculadora.
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Esta es una foto de mi padrino de bautizo el Ing. Melquíades Angulo
Gallardo, autografiada para mi en 1939, cuando tenía apenas 4 años de
edad. Siempre la guardé con orgullo y a ella me refiero en el texto,
cuando hablo del ejemplo profesional que recibí de su parte. El Ing.
Angulo ocupó el puesto de Secretario de Comunicaciones durante el período
de Lázaro Cárdenas. A él se debe entre otras obras, la construcción del
primer paso a desnivel de la Ciudad de México que es el aún existente y en
servicio paso elevado del Puente de Nonoalco, inaugurado en 1939.
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Se terminó de
escribir en Querétaro, el 6 de marzo de 2001, pero las fotografías se
lograron recopilar hasta octubre del mismo año. Agradezco infinito a
mis hermanas Elsa y Chela por sus aportaciones, tanto en recuerdos
como en fotografías, que permitieron enriquecer este relato.
MAB |
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