Autor:
Ing. Manuel Aguirre Botello
Marzo, 2001
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REDES SOCIALES
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Portada del Plano Guía de la Ciudad de
Puebla publicado por Manuel Aguirre Betancourt en 1946.
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Nota:
Este trabajo está dedicado a mis queridas hermanas Elsa y
Chela, espero a ellas
les guste y les traiga gratos recuerdos de su infancia.
Fue escrito por Manuel Aguirre
Botello en 1997 en la ciudad de Querétaro.
Se anticipa al lector que muchos de los relatos son de índole familiar,
sin embargo, resulta interesante conocer como eran muchas de las
costumbres de Puebla de los Ángeles hace más de 50 años. |
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Marzo de 1997.(cincuenta años
después)
INTRODUCCION.
Procedentes
de Monterrey, llegamos a Puebla en el verano de 1945.
Recuerdo que papá tuvo que aceptar el traslado a esa
ciudad, debido a que las obras de defensa del Río de
Santa Catarina en Monterrey, habían llegado a su fin o
por lo menos habían entrado en una etapa de suspensión
de actividades. El cambio no debió ser de su agrado y
mucho menos de mi mamá que era oriunda de Monterrey y
sobre todo por el hecho de que nosotros los hijos ya
llevábamos 5 años de vida allí y habíamos iniciado
nuestros estudios de primaria.
Recuerdo bien que al terminar el
4o. año de primaria en el Colegio Macario Pérez C., por
allí de julio de 1945, ya todos sabíamos del cambio a
Puebla y al menos yo disfrutaba platicándoselo a mis
amigos. Vivíamos en la casa de la calle Washington
y yo tenía algunos amigos a la vuelta de la casa
precisamente enfrente del Palacio Federal. Me acuerdo
bien de Eleázaro Parás Cuevas que vivía en esa cuadra
y otro muchacho que no recuerdo su nombre, que tenía
varias hermanas más grandes que yo. Allí en su casa que
tenía ventanales a la calle, protegidos por típicas
rejas, como los de la calle de Rayón 932, y en plenas
vacaciones de verano, jugábamos al Turista. De hecho
allí aprendí a jugarlo y recuerdo que les platicaba que
pronto saldríamos con rumbo a Puebla, sin saber
exactamente donde era. En verdad que no me imaginaba ni
poquito, cuanto extrañaría aquel ambiente norteño
después.
La época
era trascendente, en agosto había terminado la Segunda
Guerra Mundial, con la rendición de Japón a raíz del
bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki. A México le
había beneficiado económicamente dicha guerra e
iniciaba ya una etapa importante de desarrollo
industrial, terminaba el Gral. Manuel Ávila Camacho, su
período presidencial y nos encontrábamos en plena
campaña de elecciones, aunque nosotros de 10, 8 y 6
años de edad, respectivamente Manolo, Elsa y Chela, no
nos dábamos cuenta de ello; como digo, era un momento de
trascendencia para el país, después de muchos años de
presidentes militares, tendríamos nuevamente un
presidente civil. La competencia era entre el Lic. Miguel
Alemán Valdés, oriundo de Veracruz, y el Lic. Ezequiel
Padilla.
Alemán
competía por el PRI, que según recuerdo era entonces el
PRM y Padilla supongo que sería por el PARM, pero de
esto último no estoy seguro. De lo que si estoy seguro
es de que nosotros disfrutábamos bastante con aquello de
"PADILLA NOS DA TORTILLA, ALEMAN NOS DA PAN" y
por lo tanto deducíamos que era mejor votar por Alemán,
por el PAN, y papá desde luego opinaba igual, había que
votar por su paisano.
Quién
pensaría que mucho tiempo después votar por el PAN
sería todo lo contrario de lo que entonces significaba
para nosotros.
Por allí
entre las fotos viejas que tiene Elsa, debe de estar la
que se tomó papá, con un grupo de simpatizantes de
Miguel Alemán aquel día de su llegada, como candidato,
a la ciudad de Puebla. Tengo idea que aquello coincidió
casi exactamente con nuestra llegada a Puebla.
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LA
CASA DE LA TIA CUCAÑA.
Llegamos a la casa de la Tía Cuca, ella vivía en la
Avenida Reforma, que de hecho era una de los ejes
principales de la ciudad y a la vez la entrada de todo el
tráfico que venía por carretera procedente de la ciudad
de México, el número de la casa pude investigar que era
y aún es el 2309. Recuerdo la distribución, era una
casa de estilo antiguo, con muros gruesos de adobe o
sillar y techos de vigas. Un zaguán amplio daba acceso a
la casa y desembocaba a un patio. A mano izquierda del
zaguán había una puerta, que daba acceso a lo que
sería la sala, pero que según recuerdo ocupaba un tío,
hermano de la tía Cuca, que era alcohólico y lo usaba
como recámara. En aquel entonces me impacto muchísimo
haberle escuchado a la Tía en sus pláticas con mamá,
lo que sufría por la adicción de su hermano, pues se
encontraba en una etapa tal que ella se veía obligada a
esconder hasta los frascos de loción, pues el tío era
capaz de tomar hasta el alcohol puro. Una tristeza en
verdad...
Por lo
tanto el acceso a la casa era por el patio que estaba
rodeado de plantas, flores y arbolillos pequeños y con
una noria en el centro. Al llegar a la noria y a mano
izquierda estaba la puerta que realmente daba acceso al
famosísimo comedor de la casa de la Tía Cucaña, que ya
después tendré oportunidad de comentar, y por donde
realmente se daba el acceso a la casa.
Al entrar
al comedor a mano derecha estaba la cocina, todo era
típico de Puebla, pues había jarritos y cazuelas
colgados en las paredes, tanto en la cocina como en el
comedor. Había un filtro de agua típico de la época y
no podía faltar el metate y el molcajete. No había
estufa ni de gas ni de petróleo, se usaba el brasero de
carbón y se soplaba con el atizador de mano para que
encendiera el carbón.
También
a la derecha junto al comedor pero detrás de la cocina,
estaba, bajando dos escalones, nada más y nada menos que
el baño de la casa, estaba equipado con excusado, lavabo
y regadera, pero con la característica principal de que
no había ni una gota de agua corriente; así que podrán
imaginar los agradables olores que se percibían en la
mesa del comedor y ni se diga allí dentro. Era un olor
especial por las razones que ya comentaré después.
A mano
izquierda estaba la recamara supongo de la Tía, y a
continuación la recámara que daba a la calle. Esta
recámara grande, que como digo era del tío alcohólico,
fue la que ocupamos nosotros durante los pocos días que
estuvimos allí. Los muebles de las recámaras eran
antiguos, pero supongo que de buena calidad.
La Tía
Cuca era gorda y simpática, no recuerdo como sería la
conexión familiar, pero si que era pariente de mamá.
Vivía y supongo que estaba casada con el Tío, que creo
recordar se llamaba Juanito.
Nota de
enero de 2002:.
Recientemente recibí información por conducto de mi
prima Toty, misma que me ha enviado la Tía Chelo desde
Tampico y se refiere a la relación familiar de mí mamá
con la famosa Tía Cuca. Ella fue hija de la Tía
Herlinda Caballero de Avalos (ver el
árbol genealógico) quién tuvo un total de ¡23
hijos! La Tía Herlinda fue hermana del Gral. Luis
Caballero y por lo mismo de mi abuela materna Irene
Caballero. Por lo tanto deduzco que la Tía Cuca era
prima hermana de mi mamá.
La siguiente imagen muestra el estado actual de la
casa que fue de la tía Cuca.
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¡¡MEREZCA COMPADRITO!!
Como mencionaba arriba el comedor era el sitio de
reunión familiar, allí sobre la mesa se comía, se
tomaba y se jugaban cartas; así es que solía estar
ocupado durante horas enteras.
Ante la amabilidad de los
tíos y la cálida acogida que nos brindaban, lo menos
que podía hacer papá era corresponder a sus atenciones
participando de su forma de vida. Yo no recuerdo que
tanto le agradaba o no, pero lo recuerdo allí sentado en
la mesa, con su especial sonrisa, participando del juego
de cartas y la bebida de la casa.
Terrible
impacto causó en mamá y nosotros los chicos, la bebida
de la casa, nada menos que el tradicional oloroso,
blanquecino y baboso pulque. Allí supimos que aquella
horrible bebida se extraía de la aguamiel del maguey y
que la tía lo mandaba comprar diariamente y se consumía
como si fuera la leche o el refresco de consumo actual.
Se usaban
unos botellones que estaban protegidos por un tejido de
hojas de palma, que supongo impedía que se rompieran y
que también servía para que se mantuviera a
temperatura agradable.
Nosotros
no sabíamos nada de bebidas alcohólicas, pues si acaso
habríamos visto a papá tomarse una cerveza en el
Restaurante Tupinamba de Monterrey; pero el pulque
resultó ser incomparable tema de risas y bromas entre
nosotros y es que el aspecto era verdaderamente
asqueroso, como digo su color blanquecino y su
consistencia de baba escurriendo al servirlo, nos
resultaba insoportable pero divertido.
La tía
le decía a mamá que era muy alimenticio y que las
mamás de la región, al igual que ella lo tomaban con
deleite. Mamá sin embargo jamás lo probó. Nosotros
menos. Yo a la fecha no lo he probado.
Papá
como dije, si participaba de aquel ambiente y en alegre
convivio jugaba el Konkian, también desconocido para
nosotros, con las cartas de la baraja Española. Recuerdo
que se apostaban algunas monedas, pero nada de
consideración y allí entre juego y juego lo que
circulaba alegremente era el garrafón.
Sí, esa
es la palabra correcta que había olvidado, el garrafón
de pulque que siempre estaba en la mesa. Este era más
pequeño que el que estaba en la cocina y de allí
algunas veces se servía en los vasos de los jugadores,
pero también se daba el caso de que ante la ausencia de
vasos... todos a la voz de "Merezca compadrito"
lo circulaban y ¡bebían del mismo garrafón!
Así
dando la vuelta a la mesa y con el consabido restregón
de la boca, ya fuera con la manga o con el brazo, el
garrafón circulaba alegremente y se iba consumiendo la
tarde poco a poco.
No había
gritos, ni borrachos, ni palabras obscenas era en
realidad una costumbre, algo natural para ellos, que para
nosotros resultaba extraordinario y chistoso.
Si al
pulquito nunca le entramos, por el contrario si
aprendimos a jugar el konkian y supongo que algunos
juegos más, que enriquecieron nuestro acervo, pues para
entonces solo jugábamos lotería y as, dos, tres..
Como
decía al principio, el olor del pulque resultaba
característico e inconfundible y si a esto le agregamos
la cercanía del cuarto de baño sin agua corriente, el
aroma que flotaba en el ambiente no era precisamente de
jardín de rosas.
La
máxima prueba de resistencia al olor, resultaba ser
cuando tenías necesidad de usar el baño; pues era una
combinación de olor a pulque con orines muy especial, de
tal manera que lo que más deseábamos era salir de allí
cuanto antes..... Había una cubeta que se llenaba con
agua de la noria para mantenerlo limpio, pero como el
W.C. no formaba sello de agua, el olor era en verdad
persistente e inolvidable.....
Papá no
creó precisamente un hábito de asistir a aquellas
reuniones, pero si en aquellos días de recién llegados
y en algunas otras tardes posteriores asistíamos a la
casa de la Tía Cucaña de muy gratos recuerdos. Allí
nosotros los chicos entre travesuras, bromas y
aburrimiento solíamos pasar la tarde.
Por
cierto el sobrenombre de Cucaña derivó del uso, imagino
que correcto, que papá solía dar al palo encebado.
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PUEBLA
CIUDAD DE PULQUERIAS.
Como se puede apreciar el cambio de ambiente de la
tercera (Monterrey) a la cuarta (Puebla) ciudad más
importante del país, resultó en extremo sorprendente
para nosotros.
En
aquella época había en Puebla un sinnúmero de
pulquerías diseminadas por todas partes de la ciudad,
pues como comento la gente no solo lo consumía dentro
del establecimiento, sino que también lo compraban para
llevar y por lo cuál así como ahora tienes el AutoMac
para servicio rápido de comida, había entonces un
departamento especial para abastecerse rápidamente del
pulque para llevar. Este pequeño compartimento se
llamaba Departamento de Mujeres, pues allí llegaban las
señoras y los menores a rellenar sus garrafones sin
tener que pasar al interior de la pulquería, que era
exclusivamente para hombres adultos.
Nunca
conocí una Pulquería por dentro, porque además a mis
10 años no me dejaban entrar, pero lo que sí recuerdo
es que tenían nombres en verdad originales como
"Las Glorias de Conchita", "Aguantas
l'otra", " A ver si Puedo", "El
Recreo de los Amigos" o como la que estuvo después
en la esquina de la casa de la 3 Poniente, que se
llamaba............Las Rosas del Tepeyac
Era
frecuente ver afuera de la pulquería un camión
destartalado y sucio, que lleno de barriles, descargaba
pulque para su venta.
Se
vaciaba de un barril a otro y se colaba mediante un
pedazo de tela blanca que a manera de cedazo retenía
todas las impurezas del espeso líquido y que entre otras
cosas eran pedazos (según decíamos nosotros) de
excremento que se usaba para curarlo...
¿Sería así?
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Muestra de típica pulquería de la época, del lado
derecho se puede
apreciar el Departamento de Mujeres, con su
característica ventanilla.
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MARAVILLOSA COMIDA POBLANA.
Pero no todo era sufrimiento, todo en esta vida está
maravillosamente contrapesado y si el pulque nos resultó
aborrecible no fue así con la maravillosa y reconocida
comida poblana.
El sabrosísimo y original
mole poblano de "guajolote" (pavo) se elaboraba
en la casa de la Tía siguiendo la tradicional receta de
la región y para ello era necesario moler en el metate
las distintas variedades de chiles y múltiples
ingredientes que se requieren para darle ese sabor
excepcional. El mole sólo se preparaba en fechas
especiales y la tía tenía servidumbre que se encargaba
de hacer el trabajo pesado; a nosotros nos llamaba mucho
la atención ver aquella señora agachada y de rodillas
sobre el piso, que molía rítmicamente sobre el clásico
y mexicanismo metate de piedra negra y que según me
recuerda mi hermana Chela, se llamaba Margarita. Por
cierto Margarita no era sirviente de la casa, pues según
me parece recordar era hermana del Tío Juanito, su
característica principal era su hablar pausado y su
notoria lentitud para hacer las cosas, pero su
actitud era completamente distinta cuando hincada frente
al metate movía sus brazos con excepcional rapidez y
evidente eficacia.
Sin
embargo mientras que papá pronto se adaptó al consumo
del pulquito, jamás fue bueno para el consumo de
picantes y como mamá por esa razón cocinaba sin chile,
pues nosotros tampoco lo sabíamos comer. A papá le daba
hipo cuando tenía que comer cosas picantes o bebidas muy
fuertes como el coñac y por lo mismo dudo que haya
podido disfrutar del mole de la tía Cuca... y nosotros
menos.
Pero
aunque a mamá no creo que le atrajera mucho la idea de
estar muele que muele en el metate, si recuerdo que
aprendió bastante de cocina en aquella ciudad, pues
resulta que la tía le recomendó o le envió una señora
que le enseñó a preparar algunos platillos poblanos. Me
vienen a la mente los famosos clacloyos, los tacos, las
chalupas, los bisteses semi-enchilados molidos y el
salpicón que solía hacer ella, eso sí sin chile...
Aunque
extensa y sabrosa, es justo reconocer que la cocina
poblana de aquella época era de muy difícil
elaboración, pues requería de arduo y agotador trabajo.
Simplemente baste recordar que las tortillas se hacían
torteando a mano para ponerlas a cocer directo sobre el
comal y que para preparar la masa se requería desde
poner a remojar el maíz con la cal, nixtamal
(corríjanme si estoy mal) y llevarlo cargando en cubetas
al molino mas cercano. No creo que entonces hubiera
tortillerías, pues la máquina automática aún no se
había inventado y si las querías comprar hechas, se
conseguían en el mercado con las "marchantas"
que las vendían por docena directo de la canasta o las
repartían de casa en casa. Aunque todavía en la
actualidad habrá algunos molinos al público, la verdad
es que son costumbres predestinadas a desaparecer y ni se
diga de las vendedoras de tortillas por docena, cuando
ahora las consigues por kilo y a un precio en verdad
accesible hasta en los centros comerciales. Y del mole ni
se diga, cuando ahora se vende preparado y hasta
envasado, aunque eso sí, jamás sabrá igual que el
delicioso mole de la legendaria Tía Cuca.
Cabe
decir que nosotros los chicos, si en ese entonces no
podíamos apreciar en todo su valer el prestigio de la
cocina poblana, si sabíamos disfrutar de las famosas
cajitas de camotes, denominadas de Santa Clara, que ya
eran típicas y se vendían desde aquella época.
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EL
GENERAL YOUSHIMATZ.
Según platicaban mis papás, que estaban
acostumbrados a la forma de ser de las gentes del norte,
no era fácil hacer amistades en Puebla, pero recuerdo
que junto a la casa de mí Tía Cuca, vivía un general
de la Revolución, retirado, que era conocido de ella y
que por alguna razón también conocimos nosotros y era
el General Youshimatz. Tengo idea que hasta fuimos a su
casa y había allí fotos de la época aunque desconozco
el porqué del apellido chino o japonés (como me corrige
Elsa mi hermana) del general y de su participación en la
Revolución.
El
general ya era grande pero tenía varios hijos, entre
ellos Adoración que continuó frecuentando a mamá aún
cuando ya no vivíamos en Puebla y su hermano Delfino que
estudió Ingeniería y también lo vimos mucho después
en México. Dicen mis hermanas que había una segunda
hija que se llamaba Lucha Youshimatz y que usaba
lentes de fondo de botella, pero a ella la verdad no la
recuerdo a pesar de mi síndrome elefantil.
Posiblemente
el famoso ciclista olímpico mexicano Manuel Youshimatz
sea descendiente de ésta familia que conocimos entonces,
nieto o bisnieto del General Youshimatz.
Me
gustaría averiguar ahora, cuál habrá sido su
participación en la Revolución
La siguiente imagen nos muestra el estado actual de la
que es o fue casa de la familia Youshimatz, pues durante
mi visita a Puebla no pude averiguar quien vivía en
ella. Más adelante, una propiedad de por medio, estaba
la casa de la Tía Cuca, como se puede apreciar en la
foto.
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La casa del Gral Youshimatz tal como lucía en 1998.
El general Alfredo Youshimatz en la época
revolucionaria.
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A mediados de este mes de
septiembre de 2001, tuve la agradable sorpresa de recibir
un correo electrónico de Verónica García Youshimatz,
ella es bisnieta del General Alfredo Youshimatz que
menciono en este escrito. Gracias a ella es que hoy
tenemos en este sitio una foto del general
luciendo su atuendo militar revolucionario. Verónica es
una joven de 24 años que labora en el Laboratorio de
Electrónica de la UDLA en Cholula, Puebla.
Ella nos ha ofrecido enviar alguna información adicional
sobre la actuación del general en la justa
revolucionaria y además nos ha hecho saber que el famoso
ciclista Manuel Youshimatz también pertenece a la misma
familia que conocimos en 1945 a nuestra llegada a Puebla.
¡Gracias Vero por tu ayuda, has sido muy amable!
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PUEBLA CIUDAD MONUMENTAL
La ciudad de Puebla de aquellos años era la mejor
trazada de todo el país, gracias a la visión que tuvo Fray
Toribio de Benavente, conocido como Motolinía, que
fue su fundador el 16 de abril de 1531. El formó parte
de un grupo de frailes que acompañaron a los
conquistadores españoles y cuya misión principal era
convertir al cristianismo a la población indígena.
Sin embargo
como digo la imaginación que tuvieron aquellos hombres,
entre ellos Don Hernando Saavedra de Elgueta a quién se
le atribuye el trazo
"damero", la orientación y la numeración
de las calles fue un verdadero portento de ingeniería
urbanística, muy pero muy adelantado a su época y
posiblemente de los primeros en Hispano América.
En
aquellos años, como si fuera un sistema de coordenadas
cartesianas, la ciudad estaba dividida en cuatro
cuadrantes, para lo cual había cuatro avenidas
principales que semejaban los ejes del sistema y que
partían precisamente del centro de la ciudad, en un
costado del zócalo; del centro hacia el norte, la
Avenida 5 de Mayo, del centro hacia el sur la Avenida 16
de septiembre, del centro hacia el poniente, era la
Avenida Reforma que ya les he mencionado y del centro
hacia el oriente la Avenida Gral. Maximino Ávila
Camacho.
Debe
recordarse que el Gral. Manuel Ávila Camacho,
precisamente terminaba su mandato en esa época que
estamos recordando, que él había nacido en Puebla y que
le había dado gran impulso a su ciudad natal, por lo
cuál muchas de las calles estaban perfectamente
asfaltadas y algunas otras empedradas.
Por
cierto ya después comentaré, que si bien él Gral.
Manuel Ávila Camacho fue reconocido como el Presidente
caballero, también tuvo un hermano bastante incómodo,
Maximino Ávila Camacho, de tristes recuerdos y que como pueden ver una
de las avenidas eje, llevaba su nombre, pero debo decirles que gracias
al informe que me envió Luz Bolaños desde Puebla, se que ahora se llama
Avenida de Don Juan de Palafox y Mendoza.
Si alguna
cosa debiéramos criticar a los frailes, aunque sería en
verdad ingrato, sería que nunca imaginaron la necesidad
de haber ensanchado aquellas cuatro avenidas eje, lo
cuál habría sido genial y le habría dado un aspecto
bellísimo a la ciudad.
No, eso
no fue así por el contrario todas las calles eran
prácticamente del mismo ancho, unos 10 o 12 metros
(anchas para su época) y las manzanas del orden de 100 x
200 metros, a lo cuál debe descontarse el ancho de las
calles. Todas las vías que corrían norte a sur eran
Calles y las que corrían de oriente a poniente eran
Avenidas.
En el
primer cuadrante, Nor-Oriente, que ya desde aquel
entonces resultaba conflictivo para el trazo, por la
existencia de los cerros de Loreto y Guadalupe, las
calles verticales hacia el norte y horizontales hacia el
oriente llevaban numeraciones pares, la 2, 4, 6, etc.
Norte y la 2, 4, 6, etc. Oriente.
Quiero
aclarar que este trazo permanece hasta ahora, pero que
solo se respeta en esa, la parte antigua e histórica de
la colonial ciudad, lo cuál es una lástima, pues como
sucede en todas las grandes ciudades en la actualidad es
una verdadera telaraña.
Así bien
el siguiente cuadrante Sur-Oriente tenía calles pares
hacia el sur y nones hacia el oriente, el cuadrante
Sur-Poniente (en el cuál nos tocó vivir) calles nones
al poniente y nones al sur y el cuadrante Nor-Poniente,
calles pares al poniente y nones al sur.
Ante
éste aparente enredo, una vez que se comprendía bien,
era materialmente imposible perderse en la ciudad de
Puebla; pues con solo saber en la esquina de que calles
estabas, podías determinar a cuantas cuadras del centro
te encontrabas, dividiendo entre 2 los números de ambas
calles y sumando los dos resultados
De igual
manera la numeración de las calles era muy consistente,
pues en el sentido longitudinal de la manzana, 200
metros, había hasta 200 posibles números de casa y en
lo ancho que era de 100 metros, hasta 100 posibles
números de casa; es decir siempre habría hasta 100
números por cada 100 metros.
De esta
forma sabiendo solo el número de la casa, podíamos
determinar a cuantas cuadras del eje central quedaba, por
ejemplo si vivíamos en el 1911 de la 3 Poniente,
sabíamos que como en sentido horizontal, de oriente a
poniente, las manzanas eran de 200 metros de largo,
entonces 1900/200 = 9.5, nos encontrábamos a 9 y media
cuadras del zócalo y como las cuadras tenían
aproximadamente 200 metros de largo, estábamos a 1900
metros de distancia del eje 16 de septiembre a un costado
del zócalo, o sea 1.9 Km...... ¿Genial verdad?
Sí a
todo esto le agregas que Puebla era una ciudad de estilo
eminentemente colonial, el contraste con la ciudad de
Monterrey, de donde veníamos, era en verdad muy marcado,
por donde quiera que lo quisiéramos ver, su gente, su
estilo de vida, sus arraigadas costumbres y tradiciones,
su desempeño histórico y como digo la riqueza de sus
construcciones coloniales dignamente conservadas.
Monterrey ciudad industrial progresista y trabajadora,
con costumbres norteñas, gente franca y parlanchina, sin
embargo no cabe duda que era una ciudad fea, (que no me
oiga mamá) y su única reliquia colonial era la derruida
Iglesia del Obispado.
Si debo
ser sincero, todo lo que ahora describo no creo que lo
apreciara debidamente a mis diez años de edad, pues
aunque visitamos desde entonces, (luego nos convertimos
en guías expertos de las visitas) todos sus lugares de
interés histórico como el Convento Secreto de Santa
Mónica, que descubrió el famoso detective Valente
Quintana después de muchos años de permanecer oculto, o
bien la Cocina de Santa Rosa, que se dice fue la cuna del
famoso mole poblano, o las fabulosas iglesias con sus
retablos y altares forrados en oro, como la Capilla del
Rosario en Santo Domingo o la Casa del Alfeñique, cuyo
nombre tanta gracia nos hacía y donde nos contaban la
historia del vestido de la china poblana; debo reconocer
que no aquilataba debidamente su importancia.
Baste
decir que los Fuertes de Loreto y Guadalupe y el Museo
que allí se encontraba, representaban y representan aún
ahora, uno de los episodios más gloriosos de nuestro
Ejército Mexicano, que allí al mando del Gral. Ignacio
Zaragoza logró detener y derrotar a las orgullosas
fuerzas francesas. Sin embargo nosotros quizá lo que
más nos atraía era montarnos en los cañones o
disfrutar de la vista panorámica de la ciudad desde lo
alto del cerro buscando nuestra casa; y no entendíamos
que allí en ese mismo suelo que estábamos pisando,
muchos, muchos hombres habían reprimido su natural miedo
y sacando fuerzas de flaqueza habían vencido a un
enemigo más preparado y más reconocido, como era el
ejercito francés de aquella época y que allí,
precisamente allí, en esas mismas piedras que tocábamos
mucha sangre mexicana se había derramado...
Y comento
esto porque cuando creces sueles apreciar mejor el
significado de las cosas antiguas, habría que ver que mi
mente era entonces mucho más científica que humana y en
verdad me chocaban todas las cosas viejas, los
vejestorios como diría nuestro papá.
En el
año de 1982, más de 35 años después de lo que ahora
les narro, caminaba por las calles de Florencia en
Italia, en pleno centro y muy cerca de lo que son Las
Puertas del Paraíso en el Bautisterio de la Catedral de
Santa María del Fiore y ya había disfrutado y había
leído también, sobre los trabajos artísticos de Miguel
Ángel, de Rafael y de Leonardo Da Vinci, pero lo que
más había llamado mi atención era el hecho de que en
determinado momento de aquel Renacimiento histórico que
surgía en el siglo XVI, los tres grandes personajes
vivieron al mismo tiempo en esa bella ciudad, así
que a cada paso que daba, recapacitaba e imaginaba que
quizá sobre esas mismas losetas habría pisado también
alguno de aquellos genios de la Pintura y Escultura
Renacentista y debo reconocer que me sentía emocionado.
Pensaba que alguno de ellos cuando caminaba por allí,
como cualquier ser humano, quizá nunca imaginó la
trascendencia de su vida y que sus preocupaciones
cotidianas de entonces podrían haber sido más en como
subsistir o en como resolver algún problema económico,
que en como trascender con su trabajo artístico. Sin
embargo lo que mayor emoción me producía era pensar que
en alguna ocasión bien pudieron encontrarse al caminar
por aquellas banquetas y platicar con sencillez
sobre su vida cotidiana.
Por eso
en 1992, cuando volvimos a Europa, el único lugar que
quise visitar nuevamente fue Florencia y caminar por
allí nuevamente, por esas mismas losetas imaginando que
alguna vez, también lo hicieron ellos...
Debo
decirles que no necesito ir tan lejos para sentir lo
mismo, me sucede igual cuando vamos a Dolores Hidalgo y
allí en la puerta de la iglesia, en una plaquita
colocada en el peralte del escalón de acceso, casi a
nivel del piso y que pocos miran, está inscrito el texto
"En este lugar dio el Grito de la Independencia el
Cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, el día 15 de
septiembre de 1810" y allí mientras los demás
ríen y se acomodan para la foto del recuerdo, yo procuro
pensar que estoy pisando sobre el mismo sitio que lo hizo
el Padre de la Patria y que en aquella noche, sin
imaginar siquiera la trascendencia de su actitud, allí
como un ser humano común y corriente, quizá dudaba o
temía por su propia vida, pero que debía mostrar
seguridad y valor ante su pueblo para seguir adelante en
busca de su ideal...
Así pues
ahora que somos adultos disfrutamos doblemente de
aquellos recuerdos lejanos, gracias a la experiencia que
hemos adquirido con el paso de los años.
No debemos olvidar la Catedral de
Puebla, que es otra construcción maravillosa y que
después de la de México, es la más grande y rica en
decorados. La leyenda dice que ante la imposibilidad de
izar la campana mas grande hasta su sitio en el
campanario mayor, fueron los ángeles quienes en una
noche la subieron... sea verdad o mentira esa leyenda le
dio a la ciudad el nombre de Puebla de los Ángeles...
ciudad Monumental
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EN BUSCA DE UNA CASA
Papá y mamá eran expertos en hacer cambios de casa
y no importaba que el cambio fuera a otra ciudad, así
que imagino que a pesar del enorme trabajo que todo ello
implicaba, los dos lo disfrutaban plenamente.
Hacer una
mudanza de esa clase representaba una complicada
maniobra, pues los muebles se embarcaban por ferrocarril
y debían de viajar protegidos por "huacales"
de madera, al igual que las cosas pequeñas que debían
venir protegidas por cajones de madera flejados y
clavados. Por cierto que algunos de esos cajones de
madera, ya vacíos y volteados boca abajo, fueron
después las chaparras mesas de mi
"laboratorio". ¿Se acuerdan?
El caso
es que sin que recuerde bien si los muebles ya habrían
llegado a Puebla o no, teníamos que buscar una casa en
renta para cambiarnos y no dar tanta lata a la Tía Cuca.
Imaginen en verdad que problema, pues el ferrocarril era
muy lento y en todo ese tiempo que tardaban en llegar las
cosas, mamá no tendría ni siquiera una taza para tomar
su cotidiano cafecito y ya no digamos camas donde dormir.
Sin
embargo quiero suponer que de acuerdo a la logística del
proceso de cambio, debidamente coordinada por papá, los
muebles ya estarían en la estación y era necesario
buscar la casa.
Estábamos
algo confundidos porque por ningún lado se veían
anuncios de "Se Renta" y la ciudad aunque
pequeña entonces, no era fácil recorrerla a pié. Papá
y seguramente a sugerencia de mamá, aceptó a
regañadientes tomar un carro de alquiler por hora y
buscar por el centro de la ciudad.
Hay que
ver también que los periódicos de provincia no traían
anuncios clasificados y había que vagar por la ciudad
para poder encontrar una casa, además como digo, no
había letreros y fue el chofer del "libre"
(taxi) quién nos explicó cuál era la forma de
saberlo... la extraña costumbre consistía en amarrar
con un lazo unos periódicos viejos enredados a los
barrotes del balcón o las ventanas de la casa. De donde
venía esa costumbre y porqué lo hacían así, es una
muy buena pregunta, que no sabría contestar..
De esa
manera fue que pudimos visitar varias casas en alquiler y
departamentos en el centro de la ciudad sin encontrar
nada que llenara los requisitos que nuestros papás
querían.
Sin
embargo les diré que no recuerdo como supimos después
de la casa de la 23 Sur, que no era muy céntrica y que
estaba relativamente cerca de la casa de la Tía Cuca,
por lo que creo que ella nos la haya localizado. Esa casa
fue finalmente la elegida.
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LA
CASA DE LA 23 SUR
La calle 23 Sur arrancaba en la Avenida Reforma, que
como les dije era el eje que dividía las calles norte de
las calles sur, de allí con cierta pendiente hacia
abajo y tres cuadras después desembocaba a la Avenida de
la Paz. Por ese entonces (según el plano de la ciudad de
Publicaciones Aguirre, edición 1946) allí era el final
de la 23 Sur.
La
Avenida de la Paz era la única, que sin ser eje, no
utilizaba su correspondiente número, que era la 7
Poniente y era una avenida ancha con camellón en medio,
que iniciaba en la falda del cerrito de San Juan donde
estaba una glorieta con el monumento de Don Benito
Juárez, (Elsa tu por allí tienes fotos) y después
tenía otras 2 glorietas más antes de terminar en el
Paseo Bravo.
La casa
que rentamos estaba casi en la esquina de 23 Sur con la
Avenida de la Paz y tenía el número 503 (gracias
hermanas por recordármelo), estaba construida en
desnivel en un terreno con pendiente en el sentido de la
calle y tendría unos 10 metros de frente por 20 de
fondo, según recuerdo, pero ya saben que el paso del
tiempo distorsiona el tamaño de las imágenes.
Al frente
y del lado izquierdo tenía una entrada para carro
(cuál) con puertas de madera formando un arco en la
parte superior. Después seguía la puerta de entrada y
para llegar a ella tenías que subir unos 5 o 6 escalones
y a la derecha había una ventanita que correspondía a
la sala de la casa.
Cuando
entrábamos a la casa, (ustedes me habrán de corregir) a
mano derecha estaba la sala y me parece que había un
cancel con vidrios como separador, pero si seguíamos de
frente había otra puerta que comunicaba con un pasillo
descubierto que formaba una escuadra al fondo
e iba a dar exteriormente al comedor y la cocina.
Por
dentro de la sala, la casa se comunicaba con dos
recámaras y un baño y al fondo como digo, el comedor,
la cocina y un patio de servicio con escalera de fierro
para subir a la azotea.
El garaje
estaba a desnivel y era necesario bajar escalones para
llegar a el, trataré de hacer un dibujito de esa casa..
Era una
casa mas o menos nueva en cuanto a su construcción,
aunque su distribución era poco funcional y quizá
anticuada.
Sin
embargo la distribución era bastante parecida a la de
Nogal 53, casa antigua que habitamos después en México
y por lo cuál supongo que fuera una vieja costumbre
aquella de separar el comedor de la sala de la casa.
Recientemente
estuve en Puebla y pude saber que dicha casa todavía
existe, aunque claro que no se parece nada a lo que fue.
A continuación una recreación por computadora les
permite ver la fachada que fotografié, pero quitándole
el segundo piso que ahora tiene y mostrando además a la
familia Aguirre al frente de dicha casa, tal como
entonces lucía. Esta foto tal cual, nunca existió y
como he dicho se conformó en base a dos fotos de blanco
y negro de la familia y un cuadro del video que tomé.
Un poco mas adelante cuando menciono al pirul, los
volcanes y el tinaco, podrán ver una vista en planta de
la distribución de la casa y también el estado,
lamentable estado, en que ahora se encuentra.
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NO HAY AGUA... Y HUELE A GAS
Dentro de las múltiples sorpresas que nos deparaba
la monumental ciudad de Puebla, dos de ellas deben haber
sido fenomenales y mucho tiempo recordadas para mamá, la
primera: no había agua potable, la segunda: el gas no
estaba entubado como en Monterrey...
Papá como empleado federal
que era y además como Jefe de la Oficina de la SCOP,
para hacer los Estudios de Encauzamiento del Río de San
Francisco, pues tenía ciertas consideraciones y por lo
mismo lo primero que consiguió fue que el Heroico Cuerpo
de Bomberos de la Ciudad, nos llevara el agua cada
semana.
En verdad
era bien chistoso, y además absurdo, ver que el carro de
bomberos llegaba a la casa (eso sí sin sirena abierta) y
los bomberos bajaban sus mangueras como si fueran a
apagar un incendio y las extendían dentro de la casa. Lo
que hacían en realidad era vaciarla del carro-tanque a
una cisterna que estaba cerca del garaje, de aquella
casa.
El gas
por el contrario, como ya lo había mencionado era
prácticamente un lujo, pues incluso en la ciudad de
México era costumbre usar los braseros de carbón y las
estufas de tractolina.
Papá se
informó y averiguó que PEMEX directamente proporcionaba
el servicio de gas butano por medio de cilindros y así
lo consiguió. Pronto llegaron a la casa los verdes
(PEMEX) y relucientes cilindros de gas que eran muy
altos, creo que de 50 Kg cada uno y ambos conectados y
protegidos mediante un copete de lámina también verde,
en forma de media luna y con dos puertas al frente, de
tal manera que el regulador y las conexiones quedaban
protegidas de la intemperie, de la lluvia y de los
curiosos. (Igualitos a los de ahora... ¿verdad?)
Alguien
nos hizo la instalación, utilizando tubo y conexiones de
cobre, desde el garaje hasta la cocina, algo que
resultaba en verdad novedoso para nosotros, porque en
Monterrey el gas natural corría en aquel entonces
entubado por toda la ciudad, de tal manera que cada casa
tenía incluso su medidor instalado y el consumo se
cobraba cada mes de acuerdo a lo que marcaba dicho
aparato.
Debo
reconocer que algunos meses después, cuando nos
cambiamos de la 23 Sur a otra casa en la avenida 3 Pte.,
hubo que trasladar la instalación del gas y a lo mejor
papá tuvo que echar mano del bombero cochambroso, al
cual me referiré enseguida, pues era claro que aquella
instalación ya no resultó tan segura como la primera y
allí fue donde papá y yo aprendimos a
"sellar" las fugas. No, ni soñar siquiera con
herramienta adecuada, ya me imagino como la habrá hecho
quién la hizo, que ya viéndolo bien y conociéndolo
mejor, es muy posible que haya sido nuestro propio papá.
El caso es que había fugas en los tubos.
¿Y que
creen? ¡Papá probaba con cerillo!
Después
averiguó que se podían sellar las fugas haciendo una
pasta a base de Litargirio con Glicerina, si es que no
recuerdo mal y de esa manera se logró que ya no se
fugaran, aunque todas las conexiones quedaban recubiertas
por una capa de pasta amarillenta y sucia. O al menos eso
creíamos porque la instalación adolecía de otro grave
defecto: Los tanques de gas habían quedado dentro de un
cuarto que daba acceso a la casa y que aunque estaba
vacío y ventilado por la noche se cerraba. Tengo
entendido que un día llegó mí Tío Emilio de visita y
seguramente sintió olor a gas y fue el quién nos
sugirió que se sacaran los tanques al patio,
corrigiéndose así tan grave falla y sin que ocurriera
ningún accidente. Ya más adelante hablaremos del muy
especial Tío Emilio.
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EL
BOMBERO COCHAMBROSO
Nota aclaratoria:
Todo lo expresado en este texto se refiere a recuerdos y
bromas de niños que en aquellos lejanos años éramos
mis hermanas Elsa y Chela y el que esto escribe. De
ninguna manera pensamos, ni queremos generalizar que al
referirnos a un bombero, el que estuvo en casa, lo aquí
narrado pudiera hacerse extensivo al Heróico Cuerpo de
Bomberos de la Ciudad de Puebla.
Estamos concientes que aquellos días por fortuna han
cambiado y que en el presente la Ciudad de Puebla es una
entidad progresista, que ha crecido y que cuenta con
todos los servicios públicos que en aquel entonces
adolecía o eran muy precarios.
Bueno,
pues ya teníamos agua en la cisterna y gas en la cocina.
¿Y lo
demás?
Pues en la cocina según recuerdo, habría llegado la
misma parrilla de gas con 3 quemadores en sentido
horizontal que usaba mamá en la casa de Washington en
Monterrey, la cuál se instaló y funcionó.
No
sucedió lo mismo con el agua, pues aún con la cisterna
llena, la bomba eléctrica del agua que tenía la casa,
jamás subió el agua hasta el tinaco, ni a ninguna otra
parte.
De veras
que ahora cuando recordamos con humor todos aquellos
contratiempos, debemos reconocer que nuestra mamá o bien
sufrió mucho o es que adoraba el "mitote" de
los cambios de casa y de ciudad. Después de todo así
tuvo que ser hasta los últimos días de su vida tanto en
Veracruz como en Cuernavaca..
El
bombero cochambroso y su ayudante llegaron un día a la
casa contratados por papá. Venían dispuestos a
reparar la bomba y devolverle la sonrisa a nuestra mamá.
Llegaron
los dos con su correspondiente uniforme azul, tanto el
pantalón como la camisa y el clásico cinturón
elástico con hebilla de ganchos al frente y portando su
clásica cajita de herramientas. Lo único malo era que
en verdad, lucían atroces.
El
uniforme seguramente no se lo habían cambiado en semanas
y como no había agua, pues no era usual, sino mas bien
excepcional que se bañaran. A uno de ellos mamá, (o
quizás la Tía Josefina, cuando lo supo, porque me suena
a palabra de ella) le puso "El Cochambroso",
nada más.. ¿Ustedes creen? ¡Porque se le caían
las costras de mugre y olía a rayos!
Yo tenía
ansias de aprender cosas nuevas y como estábamos de
vacaciones, me pasé las horas y los días observando lo
que hacían y además "disfrutando" de aquel
penetrante olor a mugre que despedía "El
Cochambroso". Lo cierto es que nunca fui muy
delicado para los olores ni para las condiciones de
trabajo y me la pasaba allí tan solo mirando y sin
hablar.
Una vez
que arrancaron el motor y vieron que sí funcionaba bien,
pero que no subía el agua, "El Cochambroso" le
dijo a su ayudante: --Oye, pues hay que purgarla--, y
así ante mi asombro vi que le quitaban un taponcito y
cuando esperaba que le vaciaran su purga de aceite de
resino (risino decíamos nosotros, pero no nos reíamos
nadita cuando nos lo daban), entonces vi que la purgaban
con pura agua y pensé para mí que así era mucho mejor.
Tampoco
funcionó y por lo tanto "El Cochambres"
procedió a expresar su siguiente conclusión y le dijo
al otro: --Oye, debe de ser el zopapo--, término
ampliamente usado (supongo) por los "maistros"
plomeros de Puebla para identificar la
"pichancha", termino ampliamente usado por los
"maistros" del D.F. para identificar la
válvula "check", terminajo anglosajón
ampliamente usado por los "Inges" para
identificar una válvula que sólo deja pasar el agua en
un solo sentido, conocida en idioma español como
válvula de contra-flujo...
Así que
ante mi atenta mirada y mi ignorancia absoluta
procedieron a quitar el tubo que succionaba el agua del
interior de la cisterna y una vez afuera tuve el gusto de
conocer al famoso zopapo, que estaba enroscado en el
extremo del tubo. Desmontaron la válvula, la limpiaron,
le soplaron para probarla y la volvieron a poner.... por
desgracia tampoco funcionó.
Por lo
tanto "El "Cochambres" expresó su tercera
conclusión --Oye, deben de ser los cepillos..¿Nó? --.
Y ante mí (ya desde entonces), infinita paciencia los vi
desarrollar la parte más difícil de su tarea, que
consistió en desmontar la motobomba y después
destornillar las tapas para poder revisar los famosos
"cepillos", que para mi sorpresa tampoco los
vi, al menos como cepillos, pues ellos se referían a los
impulsores de la bomba. Lástima que al armarla tampoco
funcionó...
Una vez
agotado el día y las posibilidades del
"Cochambres", la pareja procedió a retirarse
del lugar, para recibir la necesaria asesoría técnica y
regresar al día siguiente y al subsiguiente, para seguir
luchando contra aquella condenada bomba que no quería
funcionar, pero eso sí, ante mí permanente
"supervisión" de todas y cada una de sus
acciones.
La bomba
nunca funcionó, el olor penetrante a mugre del
"Cochambres", al menos allí en Puebla, ya no
lo tuve, aunque muchos años después algunos de mis
electricistas compitieron hombro con hombro por el
cetro; de todas maneras, les aseguro, que por lo menos
algo aprendí: Que las bombas también se
"purgan", que tienen "zopapo" y que
es mentira que tengan "cepillos" adentro.
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EL
PIRUL Y EL TINACO
Es muy posible que por la falta de agua corriente
dentro de la casa, mamá haya estado muy desconsolada, y
porqué no, que le hubiera dicho a papá, que hiciera
algo para remediarlo. Por lo mismo un fin de semana,
posiblemente sábado, en una tarde soleada y cálida, los
recuerdo a los dos muy bien...
Era
increíble que sucediera aquello, pero habiendo conocido
a papá durante tantos años, no me extraña ahora en lo
absoluto, lo que en aquella tarde me tocó, por fortuna,
vivir.
Así que
en lugar de haber desmontado la remolona bomba que no
quiso funcionar, a pesar del denodado esfuerzo que
realizaron dos de los integrantes del H. Cuerpo de
Bomberos y simplemente haberla llevado a reparar a un
taller mecánico; pues nó, prefirió el camino más
difícil... pero al menos divertido, que nos permitió
conservar durante tantos años esas imágenes tan
dichosas, que aquí torpemente y sin éxito trato de
describir.
Como ya
mencioné antes, la cisterna estaba enseguida del garaje
y de allí, una bomba eléctrica subía el agua al
tinaco que estaba en la azotea, precisamente sobre el
techo del garaje. Al frente de la casa de los españoles
que vivían allí junto, había crecido un enorme pirul
que extendía sus frondosas ramas sobre el techo del
garaje, proyectando su gran sombra incluso sobre el
tinaco del agua.
Papá
estaba allí arriba junto al tinaco semi protegido del
sol por la sombra del pirul y de alguna forma apoyado
firmemente para no caer y con las mangas de la camisa
arremangadas, rítmicamente jalaba de un lazo que en el
extremo inferior tenía atada una cubeta llena de agua.
Mamá y nosotros en la parte baja apenas ayudábamos a
llenar la cubeta, cuando después de vaciar su contenido
al tinaco, bajaba ya vacía rumbo a la cisterna.
Esta
escena la recuerdo muy bien, pues se repitió por largo
tiempo y porque para nosotros los chicos aquello era muy
divertido, pero si ustedes creen que papá y mamá
estaban molestos, pues se equivocan porque ellos también
lo disfrutaban y eso es lo que hace que estos recuerdos
perduren y sean como digo antes, recuerdos muy dichosos.
Aquel fin
de semana seguramente todos disfrutamos de un buen baño
de regadera, pero papá debió terminar con sus manos
bastante maltratadas y casi les puedo asegurar que nunca
más repitió su hazaña.
Durante
varios meses que vivimos allí, papá no reparó la
bomba, posiblemente por no llegar a ningún acuerdo con
el propietario de la casa y por el contrario el agua
había que acarreala en cubetas desde la cisterna hasta
los sitios de consumo. Para bañarse, mamá la calentaba
en la estufa y los baños eran a jicarazos....
Nada
fácil.. ¿Verdad?
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EL SABADO TOCA BAÑO.
Como hemos visto, el problema del agua en Puebla era
entonces muy grave, pues llegaba al extremo de que el
agua no caía a ninguna hora del día en las cisternas y
ya no digamos que pudiera subir hasta los tinacos. La
casita de la 23 Sur, era una buena propiedad y supongo
que sus dueños la habrían dejado por este problema.
Me imagino
que el problema era general, porque además de las
pulquerías, proliferaban también los baños públicos;
algunos de ellos de aguas termales y otros a la usanza
indígena de temazcal.
La gente
de allí por esa razón se había a acostumbrado a
bañarse solamente los sábados y para ello era costumbre
que fueran a los baños públicos. Para nuestra
experiencia anterior de bañarnos hasta dos veces al día
en tiempo de calor, aquello resultaba motivo de bromas y
risas.
Nosotros
según recuerdo nos bañábamos en la casa, pero cuando
mucho sería dos veces a la semana, pues no era fácil.
Mamá calentaba el agua y luego entraba a darnos unas
enjabonadas en la cabeza y la cara, que al menos a mí no
me gustaban porque me entraba jabón en los ojos y me
ardían. En realidad del cuarto de baño que me acuerdo
es de la siguiente casa que vivimos en la 3 Poniente, que
tenía todo lo necesario, incluso una tina forrada de
azulejo blanco, pero nada de agua corriente.
Me viene
a la mente algo y espero que lo recuerden, que por allí
cerca había unos baños públicos de aguas termales y
rentaban unas alberquitas privadas no muy grandes y que
fuimos allí en alguna ocasión y fue bastante divertido,
pues eran unos cuartos cerrados e independientes. Estaban
por allí cerca de la Iglesia de San Sebastián. ¿Se
acuerdan?
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LOS
MUEBLES
Mamá convenció a papá en Monterrey para que fueran
comprando poco a poco y a plazos los muebles que les
hacían falta; de ellos en su mayor parte los compraron
en Salinas y Rocha. De esta manera cuando llegamos a
Puebla pues traíamos casi todo lo necesario. Ellos
tenían su recámara completa incluyendo tocador, ropero,
mesita y silla; es muy posible que la recuerden bien pues
era la misma que tuvimos en Nogal 53. Yo tenía una cama
individual, que también duró muchísimos años, incluso
hasta después de casado la tuvimos para visitas. Ustedes
allí en la 23 Sur, deben haber dormido en el Sofá-Cama,
que también venía de Monterrey, pero me parece que en
la 3 Poniente ya tenían camas individuales con cabecera
metálica. También venía el comedor completo, la
parrilla de la cocina, una lavadora Norge, el radio
Westinghouse y nuestro orgullo que era el refrigerador
Philco.
Todo esto
como digo se había adquirido en Monterrey, durante los 5
años que vivimos allí, no recuerdo bien, pero el
refrigerador parece que lo tuvimos hasta la casa de
Washington y allá era una cosa imprescindible por el
calor tan tremendo del verano.
El radio
Westinghouse era excelente y tenía A.M. y 4 bandas de
onda corta, en ese entonces no había estaciones de
F.M.
La lavadora resultó ser otro
fiasco para mamá, pues deben recordar que en esa época
y hasta muchos años después, había una diferencia en
la frecuencia de la energía eléctrica que se
distribuía en el norte del país, 60 ciclos/seg y la del
centro y sur del país que era de 50 ciclos/seg. De esta
forma nunca se pudo usar dicha lavadora...
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EL
PRESUPUESTO, LAS COMPRAS Y EL MENU
Si había diferencias entre nuestros papás, la
principal razón siempre fue porque mamá no podía
cumplir con el presupuesto de gastos de la casa.
Por
aquellos días y a raíz de los múltiples gastos
ocasionados por el cambio, ellos se habían sentado allí
en el comedor para hacer cuentas y buscar la manera de
que el sueldo rindiera un poco más.
Recuerdo
que entre las decisiones de aquel entonces, estuvo la de
ir a comprar la harina de trigo directamente al molino,
que nos quedaba por allí cerca. También recuerdo que
las compras se hacían cada quince días y llegábamos a
la casa con un montón de bolsas llenas de alimentos y a
mí lo que me gustaba era acomodarlas dentro de uno de
los muebles del comedor, ¿qué se llamaba?
............. eran el trinchador y el aparador, sí así
es, o al menos así les decíamos y en este último
era nuestra despensa.
Dentro de
las cosas que comprábamos y que no tenían los empaques
tan llamativos y costosos que tienen ahora, venía el
arroz y el fríjol en bolsas de papel de estraza y
también consumíamos muchas cajitas de gelatina de
sabores, chocolate en tablillas y la famosa avena que
tomábamos por la mañana, pues papá sin equivocarse, le
decía a mamá que era muy buen alimento.
Desde
Monterrey, mamá tenía una libreta con pastas donde
llevaba el control del presupuesto de gastos y así
cuando papá cobraba su quincena llegaba y le entregaba a
mamá el dinero para que lo distribuyera de acuerdo al
presupuesto que habían elaborado previamente. De esta
forma mamá distribuía el dinero dentro de la libreta,
separándolo por partidas y se suponía que anotando
allí, en la hoja como se iba gastando. A mamá le
costaba mucho trabajo cumplirlo y cuando se le acababa el
dinero de una partida, pues echaba mano de otra aunque no
le correspondiera. Eso era algo que a papá le
disgustaba mucho.
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EL
SUELDO DE PAPÁ, $521.20
Papá había llegado a Puebla ya con un sueldo
mensual de Jefe de Oficina, del cuál siempre me acordé
de memoria, porque contrariamente a lo que ahora sucede,
los sueldos no cambiaban tan rápido y perduraba la misma
cantidad durante años. Este sueldo de $521.20, por lo
menos durante nuestra estancia en Puebla nunca cambió.
Esto he podido comprobarlo, gracias a una carpeta que
dejó papá en donde se encuentran archivados en forma
cronológica todos sus nombramientos de gobierno desde
1926 hasta la fecha de su jubilación que fue en 1956 y
allí está registrado precisamente el sueldo mensual que
menciono.
Ya me
imagino que estarán curiosas de saber a cuanto
equivaldría un sueldo como ese en la
actualidad...¿verdad?
Bueno,
los índices de precios al consumidor se registran
solamente desde enero de 1950, pero de acuerdo con las
estadísticas históricas del INEGI sabemos que entre
1946 a 1949 el incremento inflacionario fue del orden del
45%, por lo que de esta forma el índice de 1946 seria de
0.02827, que comparado con el índice del mes de
septiembre de 2000 que es de 327.91, nos daría un factor
de actualización de:
327.91/0.02827 = 11599.22
Esto significa que multiplicando
el sueldo por el factor obtendríamos pesos viejos, pero
quitándole 3 ceros lo convertimos a pesos nuevos
actuales:
521.20 x 11599.22/1000 = $ 6045.51
Esto es
papá tenía un ingreso equivalente a un sueldo de $6000.00
mensuales actual y ya me imagino que mamá tendría que
hacer milagros para poder salir adelante. Es cierto que
papá siempre procuraba tener trabajos adicionales y ya
después mencionaré de ello, pero recién llegados, la
situación debió ser bastante crítica..
Esto
explica y hace más racional lo que pasó con la
reparación de la bomba del agua y porqué no se pudo
cambiar el motor de la lavadora.. Es evidente que había
otras prioridades.
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LA
VENTA DEL REFRIGERADOR
Viviendo allí en la 23 Sur, el refri, siguiendo la
costumbre de aquella época estaba en el comedor. Pues
claro, para que se viera y luciera.
Pero como
he expresado las finanzas habían venido a menos y previa
consulta entre ellos, llegaron a la conclusión que dado
el clima frío que prevalece en aquella ciudad, era
posible prescindir del mismo. Debo decirles que para mí
fue un fuerte golpe, pues no me gustó nada que
tuviéramos que desprendernos de algo que tanto esfuerzo
debió costar para adquirirlo.
Y vaya
que tuvo repercusiones futuras, pues tardamos más de 12
años antes de tener otro en la casa. La venta fue muy
rápida y un día llegó un señor lo pagó y se lo
llevó. Nuestro blanco y reluciente refrigerador Philco,
jamás lo volvimos a ver...
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LA
VISTA DE LOS VOLCANES
Como decía al principio, los integrantes de la
familia Aguirre llegamos a Puebla en el verano de 1945,
apenas habían terminado las clases en Monterrey cuando
papá aprovechó el momento para hacer el cambio de
ciudad.
Todo
hubiera sido perfecto si el calendario escolar del centro
y sur de la república fueran iguales a los del norte,
pero no era así. Al igual que la frecuencia eléctrica
que ya comenté antes, los calendarios escolares y muchas
otras cosas más que ya hemos comentado eran muy
distintas.
Desde
antes de llegar a Puebla supimos que íbamos a tener unas
larguísimas vacaciones, (6 meses) que comenzaban en la
fecha de llegada y que terminarían hasta el día 1o. de
febrero de 1946, fecha en que iniciaban las clases de
todas las escuelas del centro y sur del país. Habría
que haberle preguntado a mamá como veía aquello de
tenernos a los tres "huercos", metidos allí en
la casa, a mañana, tarde y noche, pues Puebla era muy
distinta a Monterrey y al menos allí en ese lugar donde
vivíamos, los niños no salían a jugar a la calle.
Algo
teníamos que improvisar y entre todo aquello nos llamaba
mucho la atención la cercanía de los volcanes
Popocatepetl e Iztaccihuatl, que se apreciaban en todo su
esplendor desde la casa. Como había una escalera
metálica con barandal para subir a la azotea, desde
allí teníamos una visión nítida de los volcanes sobre
todo en los días claros y soleados. Desde aquellos años
ya era usual que el Popo echara de vez en cuando sus
fumarolas, aunque no tan fuertes como ha sucedido
recientemente, pero nuestra preocupación de niños y que
solíamos comentar entre nosotros mismos, era
precisamente sobre que podría pasar si el Popo hacía
erupción. ¿Llegarían la lava y las cenizas hasta
nuestra casa? Cada uno de nosotros tenía su propia
idea de lo que habría de pasar y mientras lo
discutíamos trepados en la azotea hicimos
inesperadamente un especial descubrimiento...
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LOS
VECINOS ESPAÑOLES
¡No estábamos del todo solos! Un día un chamaco
travieso como de mi edad, apareció caminando en precario
equilibrio sobre el borde de la barda divisoria de
nuestra casa, precisamente del lado donde teníamos
aquella increíble vista de los volcanes. Debo decirlo,
que yo no me habría atrevido a caminar por allí, pues
la altura de la barda del lado de nuestra propiedad
debió haber sido de por lo menos dos metros. Sin
embargo, Pablo que así se llamaba lo hacía con bastante
desparpajo y seguridad, posiblemente porque no era la
primera vez.
Ellos,
nuestros vecinos eran españoles y nosotros acostumbrados
todavía a la manera de ser franca y abierta de Monterrey
tratamos de inmediato de hacer amistad. Resultó
ser que aparte de Pablo existía una hermana menor y
resultaba excelente entablar amistad con ellos. Sin
embargo ellos eran distintos en su manera de ser y no
recuerdo que en realidad hayamos logrado una amistad
duradera y memorable; por el contrario más recuerdo que
Elsa y yo parados en la azotea al atardecer y gritando a
voz en cuello, tratábamos de localizar a nuestros
supuestos amigos...
-- Pabloooo, por última vez vienes o nooo --
El
chamaco llegó y algo estuvimos jugando en el comedor,
posiblemente cartas. Mi hermana Elsa tiene también
algunos recuerdos de aquellos días y esto es lo que nos
dice:
"De
los niños españoles había una hermanita más pequeña
que se llamaba María y nunca me olvidaré que en su casa
le decían -- María,
María la de la pata fría y la cola caliente...
¿Quieres que te la tiente? --, además consideraba que
comparados con nosotros, eran bastante groseros y mal
educados."
"De
alguna de las veces que nos invitaron a jugar a su casa
tengo muy grabado que incluso se tomaban la leche
condensada de la bebita y eso me molestaba"
Mi
hermana Chela recuerda al otro de los hermanitos de
Pablo que se llamaba Julio y le decían Julito, era más
o menos de su misma edad.
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ZACANDINGAS,
EL OSO Y EL OZONIFICADOR
Papá era un enamorado de los perros, pero mamá no
los podía ver ni en pintura y por lo mismo y como suele
suceder en los matrimonios, alguna transacción negociada
debió efectuarse entre ellos. El caso es que papá era
muy ducho en localizar perros callejeros que no
estuvieran tan feos y proceder inmediatamente a tramitar
su legal adopción con cierto límite de
cobertura y por lo tanto el perro debería
andar todo el día en la calle y solamente presentarse
puntualmente en sus horas de comida, para que por la
noche pudiera obtener su salvoconducto y permanecer
dentro de la casa.
Un día
cualquiera, papá encontró a un perrillo blanco y negro,
nada especial y por demás flaco y desnutrido, no
resistiendo el impulso inmediato de ofrecerle comida; era
bastante pequeño de edad como de tamaño y como nosotros
estábamos de vacaciones mamá nos dejaba tenerlo dentro
de la casa por algunas horas. Con esa habilidad que
teníamos en la familia para deformar algunos vocablos,
papá sugirió que el perrillo se llamara Zacandingas,
quizá por sus patillas flacas y temblorosas al caminar.
Como ya
he mencionado, subir a la azotea era muy fácil y nada
peligroso pues tenía los pretiles bastante altos y
seguros; no faltó entonces que alguno de nosotros,
(¿quién sería?) sugiriera lazar al Zacandingas
del cuello y subirlo rápidamente hasta la azotea. Esto,
según lo recuerdo resultó ser extremadamente cruel,
pero bastante divertido para nosotros y motivo de sonoras
y generales carcajadas. Claro que mamá no estuvo de
acuerdo y a los pocos días papá tuvo que realizar con
mucha tristeza y por maltrato y
crueldad, los consiguientes trámites de
desadopción y pérdida de la patria
potestad de Zacandingas...
Sin
embargo no se dio por vencido y según las fotos, ya para
el 5 de mayo de 1946 teníamos otro perro en casa. Papá
le puso "Oso" por lo negro y peludo, pero una
mejor descripción es la foto del pasillo exterior de la
23 Sur y que aparece un poco más abajo, en donde el Oso
se encuentra en primer plano y detrás de él estamos los
tres hermanos junto con Amira que estaba de visita.
El Oso
corrió con mejor suerte pues convivió con nosotros
desde esas fechas hasta los últimos días que vivimos en
Puebla y de acuerdo con las mismas condiciones que ya he
mencionado antes, en el día andaba en la calle y en la
noche, una vez que papá le silbaba de forma
característica, regresaba y se metía a la casa. Con el
también jugábamos, pero claro era un perro más grande
y no aceptaba nuestros abusos.
Incluso,
ya viviendo en la 3 Poniente, en una ocasión a mí me
mordió en la mejilla, porque alguna cosa no acepté
darle y entonces de un salto alcanzó a marcarme con sus
dientes en un lado del cachete. Estábamos solos y
nuestros papás se encontraban jugando Konkian en la casa
de la Tía Cuca, así que fuimos para allá y mamá se
preocupó mucho, lo mismo que yo, porque dijeron que a lo
mejor tendrían que ponerme hasta 20 inyecciones en la
panza, para prevenir el contagio de la rabia. Papá se
fue a Salubridad y le dijeron que iba a ser necesario que
llevaran al Oso a la Perrera Municipal para que le
mantuvieran en observación durante 40 días y si en ese
tiempo se mostraba sano, pues no sería necesario que me
vacunaran. Por lo tanto cada semana le íbamos a dar su
vuelta y observar como permanecía encarcelado y triste
dentro de una jaula con barrotes al frente. Por fin
llegó el día esperado de su liberación y recuperamos
al Oso sin rabia y por lo mismo me salvé de las 20
inyecciones...
Como les
decía teníamos cierta habilidad para deformar los
vocablos y el nombre de Oso no era lo suficiente
atractivo para nosotros y con frecuencia utilizábamos el
nombre de Ozonificador que iba más de acuerdo a nuestros
deseos. ¿Pero que era el Ozonificador? ¿Se acuerdan?
Bueno
pues como ya he comentado vivíamos en el absurdo, las
casas contaban con cuartos de baño completísimos,
incluyendo la tina, pero no había ni una gota de agua y
así mismo la casa de la 23 Sur tenía instalado en la
cocina un sofisticado equipo purificador de agua
importado que así se llamaba, Ozonificador, porque
según recuerdo purificaba el agua a base del gas ozono,
que ahora es tan famoso. De las pocas veces que logramos
usarlo, el sabor y el olor que dejaba en el agua era muy
característico y no lo puedo explicar, pero no era nada
agradable hagan de cuenta así como si oliera a babas y
por lo mismo allí se quedó abandonado y sin uso; mamá
prefería hervir el agua que tomar el agua ozonificada..
Dentro de
las gracejadas del Oso, tenía la característica de
correr agachado y rápido como demonio, para entrar
derrapando a la casa cuando papá lo llamaba; pero
igualmente lo hacía cuando estando dentro, algo le
interesaba fuera de la casa y así un día que estábamos
todos parados en la puerta de la 3 Poniente el Oso salió
corriendo del interior y pasando por en medio de las
piernas de Chela, le hizo dar un fuerte sentonzazo, ante
la algarabía y la burla de los demás...
Debieron
de haber muchas más anécdotas del Oso, pero por
desgracia ya no las recuerdo.
La
despedida del Oso fue muy triste, pues cuando nos fuimos
a México para definir el futuro trabajo de papá, se
tuvo que quedar en la calle, tanto de noche como de día.
Papá se lo había encargado al velador de la fábrica de
tenis que estaba enfrente de la casa, para que le diera
algo de comer, pues como dejamos todo el mobiliario
empacado dentro de la casa, todavía tendríamos que
regresar para embarcarlos a México. Y allí tienen
que el día de nuestro regreso a Puebla y que sería la
última ocasión que lo veríamos... cuando llegamos, lo
encontramos tan largo que era echado en el frente de la
puerta de entrada de la casa, como si estuviera cuidando
que nadie entrara y esperando nuestro regreso. Debo decir
que habrían pasado casi 2 meses de nuestra partida y
fiel el Oso permanecía vigilante.
Ese mismo día cuando partimos en el taxi muy tristes
le dijimos adiós... y nunca mas lo volvimos a
ver..
Enseguida pueden ver la única foto del Oso que
conservamos, en la foto de la izquierda aparecen en el
órden acostumbrado la Tía Delfina, Mamá después de
haber estado enferma, la Tía María Luisa, Manola su
hija, Manolo atrás y al frente Chela y Elsa. En la foto
de la derecha estamos, Chela, Amira, Manolo y Elsa, todos
miramos al Oso y corresponde al 5 de mayo de 1946.
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EL AVION Y EL CERRITO
Seis meses de vacaciones era mucho tiempo para que 3
huercos dieran lata en la casa todo el día, así que
mamá buscaba que nos mantuviéramos entretenidos.
Aunque no
recuerdo bien que harían ustedes (Elsa y Chela), yo
pronto encontré en el centro de la ciudad una tienda que
vendía toda clase de aviones y barcos de armar. Tampoco
recuerdo como haría para que me compraran un avión de
armar, pero un día ya lo tenía y mamá me dijo: --Mira
ya te puse esta mesita, aquí debajo de la escalera y
aquí vas a trabajar en el armado de tu avión, sin que
nadie te toque nada--. Esa mesita estaba afuera en el
patio de servicio y la escalera se refería a la escalera
metálica de servicio que subía a la azotea de la casa y
que ya antes he comentado.
Y así
fue, recuerdo que un día muy temprano me levanté para
iniciar lo que para mí resultaba emocionante.
¡Imagínense armar un avioncito que volaba! Era lo
máximo... o por lo menos eso es lo que imaginaba.
Varios
días me entretuve y siguiendo el plano que traía, fui
uniendo las diversas partes de madera balsa usando el
pegamento especial (cemento) y poco a poco le fui dando
forma a la estructura de las alas, el fuselaje y la cola.
De hecho la forma de armarlo era similar a como se
hacían los aviones reales en aquella época y lo más
difícil era forrarlo, sólo que no se utilizaba tela, si
no un papel de china muy delgado y en este caso de color
azul... El papel de china se me arrugaba mucho y no
podía dejarlo bien estirado, pero finalmente lo logré
aunque no muy bien.
El avión
estaba casi listo, le puse su liga y su hélice, de tal
forma que al darle muchas vueltas y torcer
suficientemente la liga, le daría la fuerza necesaria
para ascender y volar unos cuantos segundos. Esto era
algo que había imaginado por varios días mientras lo
iba armando y por lo tanto tenía prisa de terminarlo
para poder observar y disfrutar su desempeño.
El campo
de pruebas que había seleccionado era el Cerrito de San
Juan, que hoy forma parte de la Colonia de la Paz y que
entonces estaba totalmente despoblado. Nos quedaba
relativamente cerca de la casa y recuerdo que más que
emocionado salí temprano por la mañana cargando mi
avioncito azul y me fui solo caminando hasta el cerrito.
Me imagino que a ustedes, mamá no les dio permiso de ir,
pero el caso es que esta experiencia la viví en lo que a
mí me parecía una inmensa soledad. En aquel cerrito
casi podía escuchar el silencio, pues apenas se dejaba
oír el leve ruido del viento que movía la maleza y las
ramas de los arbolillos que existían en ese entonces.
Aunque yo creía que estaba completamente solo no era
así, pues mientras buscaba el lugar adecuado para lanzar
mi avioncito, me di cuenta que alguien atentamente me
observaba; era un arriero que cuidaba sus cabras o
borregos mientras pastaban por allí y que sentía
también la curiosidad de ver si de veras mi avioncito
podría volar.
Una vez
que logré encontrar el sitio adecuado, le fui dando
vueltas a la hélice para estirar la liga mientras que a
cada vuelta con mucha emoción acariciaba mentalmente la
forma en que levantaría su vuelo. ¿Hasta donde podría
llegar? ¿Planearía hasta abajo? Me preguntaba.
Sujetando
el fuselaje con una mano y la hélice con la otra para
que no se desenredara la liga, alce los dos brazos y
dándole un gran impulso lo solté......... apenas
alcanzó a recorrer unos cuantos metros. ¡Y mi avión se
estrelló!
Vaya
desilusión, no podía ser, que era lo que estaba
haciendo mal. Corrí tras de mi avioncito, mientras el
arriero prefería mejor continuar su camino que perder el
tiempo conmigo. Lo recogí y trate de evaluar los
desperfectos que tendría a raíz del choque con el
suelo, le sacudí la tierra y determiné que podría
hacer otro intento. Reinicié el proceso y nuevamente lo
lancé con fuerza y ésta vez...... el impacto fue mayor,
¡Mi avión se había estrellado otra vez y había
quedado totalmente roto!
De hecho
era mi primer fracaso en la vida y aunque estaba chico y
veía todo esto con despreocupación, la verdad es que
regresé un poco triste rumbo a la casa y como se haría
costumbre después a lo largo de mi vida, traté de
restarle importancia al incidente y mi comentario fue
solamente: ¡No voló!
Aquello
era una buena experiencia, y por lo menos estaba
aprendiendo temprano, que no todo lo que imaginara mi
mente tendría que convertirse en realidad. Así que por
lo pronto mi estropeado avioncito quedó arrumbado en
algún lugar y probablemente después fue a parar a la
basura.
Muchos
años tuvieron que transcurrir para que yo entendiera lo
que había pasado en aquella mañana y fue hasta que
conocí a Mario y Rodolfo en 1953, expertos en la
materia, que me explicaron de que manera deben
"contrapesarse" los aviones para garantizar que
puedan planear. También me explicaron que para que el
papel quede bien estirado debe barnizarse con
"dope" y que la liga no sirve para nada..
¡Necesitan un motorcito de gasolina!
Aunque en
aquel lejano momento de mi vida no me daba cuenta cabal
de lo que había pasado, era evidente que estaba
iniciando el aprendizaje de que cualquier proyecto que
iniciara en el futuro, no sólo requeriría de entusiasmo
para su realización, sino también del conocimiento
(saber como), la preparación (un plan de trabajo) y la
práctica (repetirlo varias veces), factores
indispensables y necesarios para lograr el éxito.
Si logras
un equilibrio, perfectamente "contrapesado", de
esos 3 factores, al igual que el avioncito, ¡Podrás
volar!
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QUIEN TE PEGO...
Sería por el hecho de que nací hasta 5 años
después de casados nuestros papás, supongo que aparte
de ser muy querido, al igual que ustedes mis dos
hermanas, es probable que papá y mamá a mí me hubieran
consentido un poco más y por lo mismo me acostumbré
mucho a estar cerca de ellos. A pesar de mí carácter no
precisamente cariñoso, no podía evitar la preocupación
cuando ellos no estaban y es por eso que tengo grabado
este recuerdo...
Papá nos había enseñado la
canción vals de:
"Quién te pegó, yo me caí, con una cáscara que
estaba allí"
para
luego repetir:
"Quién te pegó, yo me caí,.... con una caca que
estaba allí"
Desde
luego esa no era la letra original, sino una letra
chistosa que él, supongo, le habría inventado y en
verdad aquello nos hacía mucha gracia y lo cantábamos
con singular satisfacción. Sin embargo recuerdo
que en aquella tarde tuvieron que salir los dos,
seguramente a comprar algunas cosas en el centro y nos
tuvimos que quedar los hijos solos, allí en la casa de
la 23 Sur.
No sé
por qué, pero aunque andábamos cantando aquella
canción a voz en cuello, en esa tarde a mí más que
alegría me significaba tristeza porque ellos no
llegaban... Una vez que regresaron como por arte de
magia todo cambió. y la canción nuevamente resultó
alegre y divertida para mí.
Extrañas
cosas tiene la vida...
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CALMANTES
MONTES.
Otro de los dichos que nos enseñó papá y que hasta
la fecha continúo transmitiendo, primero a los hijos y
ahora a la nieta, y aunque creo que papá le agregaba
más cosas, fue el siguiente:
"Calmantes
montes, pájaros cantantes, alicantes pintos, cocheros en
sus pescantes, elefantes atropellantes, volando de flor
en flor... échate un p... como antes"
Debo
decirles que Marisabel se lo sabe completo, pero en lugar
del p..., se lo he substituido por "brinco",
que resulta menos feo.
Gracias a
las puntadas de papá, nosotros crecimos con la
filosofía del CPP, que afortunadamente era el tema de
todas los chistes y las bromas entre nosotros y que en
Puebla agregó necesariamente otra P, convirtiéndose en
CPPP. Esta última P es la inicial de "pulque"
y las otras 3 de acuerdo con los párrafos anteriores
ustedes las podrán sacar por lógica deducción.
Todos
nuestras bromas eran en función de CPPP y como digo y
por fortuna, nunca escuché una mala palabra en casa o
chistes groseros en presencia de los niños. Nuestra
palabra más ofensiva era "mensa", ni siquiera
el "idiota" estaba permitido.....
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LOS
CHISTES DE MAMA
De vez en cuando mamá solía contarnos algunos
chistes que nos hacían mucha gracia y quedaron incluidos
en nuestros recuerdos para siempre. Aquí reproduzco dos
de los que me vienen a la memoria, pero imagino que
ustedes recordarán algún otro.
No me explico porqué, pero
siempre que los recuerdo los imagino referidos a la
época en que mamá fue joven, por allí de los años
20,s, los fabulosos años del charlestón...
"El
novio llegó muy trajeado y nervioso a la casa de la
novia porque iba a pedir su mano y tenía que hablar con
el Papá. Después de las preguntas de rigor, el papá de
la novia le pregunta: --¿Bueno y usted cuanto gana?-- y
una vez que el novio le contesta y le dice la cantidad
que percibe al mes, el papá le dice nuevamente --Nooooo
Jovencito, eso que usted gana no le sirve a mi hijita ni
para comprar papel del baño--. Con lo cuál muy
compungido el novio sale a donde se encuentra la novia,
que ansiosa espera y él viéndola fijamente a los ojos
le dice: --¡¡Cagona!!--
y se va".
Otro
chiste más:
"Viajando
en un destartalado trencito de aquella época, con
máquina de vapor, la carbonera, el carro exprés, los
carros de segunda y el caboose, iba un señor que tenía
muchas ganas de ir al baño para hacer de la C, pero el
único baño que había estaba ocupado y el ya no se
aguantaba. Así que como vio que el tren estaba a punto
de penetrar a un largo y oscuro túnel, dijo:
--No, pues antes de que me gane ahora que está obscuro y
nadie me mira, abro la ventanilla y por allí hago--. En
eso estaba cuando el conductor del tren, al clásico
estilo ferrocarrilero parado en el estribo de la puerta
trasera del carro y observando hacia adelante para ver
que nadie sacara los brazos fuera del tren, le grita:
--¡¡¡Ese cachetón del puro, que se meta!!!--
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LA
RADIO EL ENTRETENIMIENTO FAVORITO.
En aquellos días la radio se encontraba en su época
dorada, la televisión aunque apenas se iniciaba
comercialmente en los Estados Unidos, en México no
existía. Por lo tanto la mejor forma de entretenerse por
las noches, era escuchar los programas estelares de la
XEW, La Voz de la América Latina desde México, que a
pesar de encontrarse en la Ciudad de México, se
escuchaba perfectamente en Puebla.
Nuestro
radio Westinghouse, en la casa de la 23 Sur estaba en la
recamara de nuestros papás, pero ya después en la casa
de la 3 Poniente estuvo en lo que era una especie de ante
comedor y que yo usaba como recámara.
Las voces
de la radio eran en verdad privilegiadas y de los
locutores de entonces que me vienen a la mente, recuerdo
a Don Pedro de Lille, Manuel Bernal, Carlos Pickering,
Álvaro Gálvez y Fuentes, Jesús Marín y Kal, Luís
Farías, Nacho Santibáñez y Ramiro Gamboa. Todos ellos
excepcionales y preparados.
Aparte de
la XEW, recuerdo que también escuchábamos la XEQ y
desde luego las estaciones locales, entre las que estaba
la XERH. Pero como digo los programas espectaculares y
muchos de ellos en vivo, estaban en la W.
Había
programas musicales en vivo con muy buena producción en
los que participaban verdaderas orquestas sinfónicas,
como aquella del maestro Elías Briskin (papá de Olga) y
su orquesta de 40 profesores y cantantes famosos como
Pedro Vargas, Toña la Negra, Néstor Mesta Chaires,
Chucho Martínez Gil y Agustín Lara, que solía cantar,
toser y entre pieza y pieza --Hermano del alma--contar su
vida y la historia de cada una de sus canciones.
Por
cierto el segundo apellido de Agustín Lara era Aguirre y
papá lo conoció en Veracruz en sus años mozos (de
ambos) cuando Agustín tocaba el piano en algún bar de
mala muerte..
También
recuerdo por esos días la llegada a México, después de
haber sido famoso cantante en los Estados Unidos, de Andy
Russell (Andrés Rábago), que en su época fue algo
equivalente a lo que hace algunos años sucedió con
Vicki Carr (Victoria Carrillo) famosa cantante
México-americana, cuándo decidió venirse a trabajar en
México.
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LOS
PROGRAMAS DE RADIO.
Entre los mejores programas de radio de aquellos
días y que logro recordar están los siguientes:
Los
Catedráticos Forhans.-
Era un programa, en el cuál el auditorio enviaba
preguntas y estos instruidos señores trataban de
contestarlas. Me acuerdo de tres de los catedráticos de
entonces, que eran el Bachiller Álvaro Gálvez y
Fuentes, el Profesor Méndez Rivas y Don Jesús Sotelo
Inclán. El profesor Méndez Rivas, por la voz parecía
ser un señor bastante viejito y su clásica expresión
al iniciar la contestación de una pregunta era: --tch
tch voy a aventurar--. El Bachiller, como ya dije aparte
de ser locutor, era un hombre muy preparado, aunque no
poseía el título de una carrera específica y por eso
lo del mote de "Bachiller", pero sabía mucho y
después ocupó destacados puestos públicos, si no mal
recuerdo en la SEP, creo que fue secretario de estado y
en la UNESCO. Murió relativamente joven.
Duró
muchos años este interesante programa y era
frecuentemente imitado en broma, en los programas
cómicos de la época.
Años
después dio paso a un programa infantil que se llamaba
"Los Niños Catedráticos" que
dirigía Militza Sierra (ya fallecida) y también se
hacía en vivo en los estudios de la XEW de la calle de
Ayuntamiento. ¿Recuerdan que alguna vez lo fuimos a ver?
La
Banda de Huipanguillo.-
Ferrusquilla, ahora famoso compositor y cantante, (y
papá de Cármen de "Todo por Amor") en
aquellos días era actor cómico e imitador, por lo cuál
le decían "El hombre de las mil voces". En
aquel programa que era escrito por Pedro de Urdimalas,
(después famoso escritor de guiones de cine y de
telenovelas), Ferrusquilla hacía el papel principal que
era cómico y representaba al Presidente Municipal,
siempre auxiliado por el que se denominaba
"Secretario Local de la Localidad Local del
Lugar" y que le decían "El Maistro
Hablador".
El
programa, según se imaginaba uno, tenía lugar en un
pequeño poblado mexicano y precisamente en la zona que
ocupaban el kiosko, la placita y la presidencia
municipal. Dentro de ese escenario se desarrollaban toda
clase de situaciones cómicas entre el Presidente
Municipal, que era analfabeto e ignorante y el Secretario
Local que supuestamente, era el hombre ilustrado y de su
confianza que le preparaba sus discursos y le resolvía
sus problemas. Salía la esposa, primera dama del pueblo,
con modo de hablar de indita y muchos otros actores. Para
mí en esos días, resultaba ser un programa muy
divertido, de humorismo blanco y fácil como se estilaba
entonces.
Amenizaba
la que después se hizo famosa Banda de Huipanguillo,
clásica banda de pueblo que tocaba totalmente
desafinada. Este programa cuando se trató de llevar a la
televisión fracasó, mas no en la radio, que en aquella
época era muy escuchado..
El
Tío Herminio.-
Cri-Cri era ya muy famoso para entonces, pero en esos
años había emprendido, según cuenta su biografía,
(aparte del largo viaje por "Mares Lejanos del
Sur" que hizo para conocer el mundo en 1940
enlistándose en la tripulación de un barco mercante,
desde luego muy distinto del "Barquito de Cáscara
de Nuez" de su canción), otra de sus aficiones,
como fue estudiar astronomía, matemáticas y técnicas
de navegación marina.
Y esto lo
menciono, porque yo no recuerdo a Cri Cri en la radio de
esos años (1946-47), sin embargo al que sí recuerdo es
al Tío Herminio Kenny que también cantaba acompañado
de su piano algunas canciones infantiles, que me
parecían chistosas, divertidas y de ritmo muy pegajoso.
¿Se acuerdan?
--Yo
soy Melchor, tú eres Gaspar y el otro Baltasar..--
--Yo soy Melchor, tú eres Gaspar y el otro va a
saltar..--
O bien:
--Cuando
vaya al cine con su novia..--
--Le puede comprar pepitas... un dieeez...--
Y
también:
--Las
rejas de Chapultepec..--
--Las rejas de Chapultepec..--
--Son verdes, son rojas no mas para usted...--
--Están pintadas de verde--
--Están pintadas de gris--
--Están pintadas de rojo--
--Las rejas de Chapultepeeec...--
Bueno no
me sé las letras, pero por allí iban. Tenía muchas
otras canciones y las cantaba con un singular estilo....
El
Monje Loco.-
Este programa lo hacía uno de los actores de la XEW,
creo que se llamaba Salvador Carrasco, (hoy es imitado en
broma por Derbéz como "Lonje Moco") digamos
que ya empezaba tarde, después de las 10 de la noche,
que era la hora en que todo mundo nos íbamos a dormir,
pero la ventaja de la radio era que acostado en tu cama y
sin importar el sitio donde estuviera el radio, podías
escuchar e imaginar a tu gusto las escenas que
escuchabas.
Empezaba siempre con: --Nadie
sabe, nadie supo, la verdad sobre el pavoroso caso, JA JA
JA JA (música de órgano de iglesia) de la esposa del
enterrador asesinadita..JA JA JA JA JA--
Y así
con ese tenor continuaba la descripción del caso, debe
haber durado 15 minutos y se hacía una descripción de
sucesos violentos y macabros..
El
Panzón Panseco.-
Mis programas favoritos eran los cómicos y allí en
Puebla el que más me gustaba era el del Panzón Panseco
y su cuadro de actores. A Panseco recuerdo que lo
escuchaba desde Monterrey en la casa de Washington, al
igual que al famoso Tin Tan y su carnal Marcelo, pues a
principios de los 40's ambos actuaban en radio.
Tin Tan,
fue mucho más famoso, sobre todo por sus películas; en
sus programas de radio siempre empezaba con su "tiri
lu la tun da tun da, tiri lu la tun da tun da, ti ri li
ri li ri daaa..." y básicamente se trataba de
sketches cómicos donde Marcelo era su fiel patiño.
El caso
de Jorge Manrique, el famoso Panzón Panseco, era muy
distinto, originario de Monterrey, radio aficionado y
dominador del idioma inglés, Panseco era un hombre
preparado, muy creativo pues el mismo escribía sus
chistes y la trama de todos sus programas, a la vez que
creaba cada uno de sus personajes.
De él se
decía que copiaba chistes, porque los oía por onda
corta de las estaciones americanas y los utilizaba para
sus propios programas, lo cuál por lo que dije al
principio pudo ser cierto, pero además válido, pues no
se trata tan solo de escucharlos, sino también de
adaptarlos al medio en que te desenvuelves.
De los
personajes de Panseco de aquella época me acuerdo de
algunos que fueron muy celebrados:
El
Mocosón.- (Omar Jasso) --Hijito, pero que te
sucede, que te
acontece.... en pocas y efímeras
palabroas....que te picoa--
Ágata
y Camila.- (C.Solares y L.de Córdoba) --Qiubas
Ágata..pos Qiubas Camila--
Félix
Amargo.- (Luis Manuel Pelayo) --Mi tarjeta
caballero--
La
Telefonista Calixta.- (Carlota Solares)
--Buenoooo-- (voz de chicle)
La
Sirvienta Domitila.- (?) --Si siñor, siñor--
(voz de sirvienta)
Ay qui siñor tan sangrón
Muchos
personajes los he olvidado, pero recuerdo que la supuesta
esposa de Panseco era una actriz de telenovela,
posiblemente Lucila de Córdoba, que tenía una voz muy
suave y comprensiva, muy semejante o quizá sea ella
misma, a la de la esposa de Pedro Pica Piedra, o sea
Vilma.
Casi
estoy seguro que de allí surgieron Régulo y Madaleno,
que tuvieron mucho éxito después actuando como pareja y
desde luego Luis Manuel Pelayo y Pedro D'Aguillón..
La burla
del programa siempre era el pobre señor Panseco, el
cuál por cierto fue el original creador de la porra:
--A Panseco le cuelga la panza, pum--
--Gori gori gori tilin tilin--
--Ay que gordo viejo, pum--
|
El Panzón Panseco, derecha, con Ruben Aguirre y
"Domitila"
(Foto cortesía de la página de Ruben Aguirre)
Escuchar aquí algunos anuncios de la radio de 1947
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MARIA MARTINEZ MENDIETA.
Papá tenía la ventaja de ser perseverante y nunca
perder la esperanza de lograr las cosas, así que le
gustaba participar en concursos y rifas, ah eso sí,
siempre y cuando fueran gratuitas, pues a la Lotería
Nacional cuando mucho jugaría una vaquita.
Por aquellos
días en un programa de radio del que no recuerdo su
nombre, pero si que vivíamos en la 23 Sur, establecieron
un concurso para que los radioescuchas enviaran por
correo una composición en la cuál todas las palabras
empezaran con la misma letra y como a papá le encantaba
todo aquello, se puso a escribir en la ocasión en que
pidieron que todas las palabras iniciaran con la letra M.
Yo no me
imagino como le hacían para que las cartas llegaran en
una semana, pues el correo era peor que ahora y más bien
deben haber establecido una fecha límite. Así que papá
agarró papel, diccionario, lápiz y borrador y allí
estuvo horas y horas en el comedor escribiendo su
composición con la letra M.
Fue
entonces cuando María Martínez Mendieta, se hizo
conocida nuestra, pues casi nos sabíamos la composición
de memoria y decía al principio, que es lo único que
ahora recuerdo:
"María
Martínez Mendieta, mujer mexicana, muy modernista,
mereció magníficas medallas manejando maquinas marca
Mercedes...."
Y así
continuaba hasta completar una "barbaridad"
(palabra de papá) de palabras que iniciaban con la letra
M y tratando de darle un cierto sentido verdadero al
texto.
Hasta que
llegó el esperado día y allí alrededor del aparato de
radio, toda la familia Aguirre Botello expectante
esperaba que el señor locutor expresara el nombre del
ganador del concurso...
--Me es
muy grato decirles, que a pesar de haber competido contra
otras composiciones que contenían un mayor número de
palabras, (la de papá), la ganadora del concurso
(Oh..desilusión), ha sido la Señorita Fulana de Tal,
que vive en Torres Cuatas 28 de esta Ciudad y que
escucharán continuación......---
No
podíamos creerlo, como iba a ser eso, la de papá era la
mejor, mucho mejor que la que acababan de leer. Papá con
una sonrisa tristona expresó: --Ni modo, muchachos--
Entre
bromas, perros, aviones y programas de radio, fueron
pasando los meses y la fecha de entrar a la escuela se
iba acercando, a continuación platicaré de eso..
|
|
En esta última foto, que fue tomada en
el pasillo superior de la casa de la 23 Sur, aparecen de
izquierda a derecha, a reserva de que me corrijan, Tía
Virginia, Tía Polina, Tía María Luisa, Mamá, Tía
Rosina, Tía Cristina, Manola, Amira y Elsa. Se aprecia
el pretil de la azotea desde donde veíamos los volcanes
y también desde donde descolgábamos al pobre de
Zacandingas, amarrado del pescuezo...
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